Te ofrezco la próxima lectura orante de nuestra comunidad
parroquial. Relata la segunda multiplicación de los panes realizada por Jesús.
La primera la reflexionamos antes de iniciar este blog.
Invocamos al Espíritu Santo,
autor-inspirador de las Escrituras. Le suplicamos que nos ayude a comprenderla
y a meditarla, para que luego, bajo su inspiración, podamos dirigirnos en
oración al Señor.
Lectura (¿Qué dice el texto?): Leemos y
releemos el texto con pausa y atención. Evitamos distracciones y dejamos que la
Palabra de Dios nos sorprenda.
(1) En aquellos días se juntó otra vez
muchísima gente, y no tenían nada que comer. Jesús llamó a sus discípulos y les
dijo: (2) Siento compasión por esta gente, pues hace ya tres días que están
conmigo y no tienen nada para comer. (3)
Si los mando a sus casas sin comer, desfallecerán por el camino, pues algunos
de ellos han venido de lejos. (4) Sus discípulos le contestaron: "¿De
dónde podemos sacar, en este lugar desierto, el pan que necesitan?" (5)
Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?" Respondieron:
"Siete. (6) Entonces mandó a la gente que se sentara en el suelo y,
tomando los siete panes, dio gracias, los partió y empezó a darlos a sus
discípulos para que los repartieran. Ellos se los sirvieron a la gente. (7)
Tenían también algunos pescaditos. Jesús pronunció la bendición y mandó que
también los repartieran. (8) Todos comieron hasta saciarse, y de los pedazos
que sobraron, recogieron siete cestos. (9) Eran unos cuatro mil los que habían
comido. Luego Jesús los despidió. (10) En seguida subió a la barca con sus
discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
Ideas
que pueden ayudarnos a comprender el texto:
- Seguimos
ubicados en territorio pagano. De nuevo el contexto geográfico no es banal. La
escena que se contará es una "segunda multiplicación de los panes". La
primera está narrada en Marcos 6, 34-44. Este segundo relato los detalles son
empleados por Marcos para mostrarnos que la "mesa de Jesús" está
abierta a todos, incluidos los paganos. Sus dos claves fundamentales son la
compasión de Jesús, más desarrollada ahora que en el primer relato, y la
solidaridad con quienes están necesitados, a la cual son invitados los
apóstoles.
- Un
cuadro comparativo entre los dos relatos pudiera ayudarnos a entender mejor la
intencionalidad del autor en resaltar algunos datos que resaltan el carácter
universal y abierto a los paganos de este segundo episodio. Desde la época
patrística se ha pensado que la «segunda multiplicación de los panes» era para
Marcos un signo de la misericordia de Jesús hacia los paganos, así como la
primera lo fue para el pueblo de Israel.
Primera
multiplicación (Marcos 6)
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Segunda
multiplicación (Marcos 8)
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En territorio judío
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En territorio pagano de la Decápolis
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La inquietud es de los apóstoles y plantean despedir a la gente, sobre
la cual Jesús sentía compasión pues andaban como “ovejas sin pastor” (v34).
Cita de Isaías 40,11 que los judíos conocían
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Cristo toma la iniciativa de ser solidarios con un pueblo que “venían de
lejos”, frase de Isaías 60,4 aludiendo a la universalidad del mensaje
mesiánico. Los discípulos no toman iniciativa en un pueblo pagano
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Jesús "bendijo" los panes, término familiar a los judíos...
"eu-logein" en griego.
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Jesús "da gracias", término familiar a los paganos...
"eu-caristein" en griego.
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“Doce canastos”: Eran canastos de mimbre rígido, típico de los judíos.
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“Siete cestos”: Estos cestos eran bolsas plegables, propias de los
giegos.
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"Doce" es la cifra de las "doce tribus de Israel". La
primera comunidad "judeo-cristiana" estaba organizada alrededor de
los "doce", como los "doce patriarcas" del primer pueblo
de Israel.
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"Siete" es la cifra de los "siete diáconos" que organizaron la primera
comunidad helenística -suceso extremadamente importante para introducir a los
paganos en la Iglesia y darles la impresión de estar a la misma mesa (Hechos
6)
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“Cinco mil” hombres alimentados, haciendo referencia a una cantidad
indefinida y la comunidad del Espíritu (2 Rey 2,7)
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“Cuatro mil” hombres alimentados, haciendo referencia a la universalidad
de los cuatro puntos cardinales.
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- San
Marcos tiene pues el interés de mostrar la evangelización de los paganos en el
ministerio de Jesús. Los dos relatos anteriores que hemos compartido en el blog
(la curación de la hija de la sirofenicia y la curación del sordomudo) van
encaminados también a mostrar la orientación misionera de Jesús. Es necesario
que los apóstoles amplíen su horizonte. ¡La Mesa ofrecida por Jesús está
abierta a todos!
- El
hecho de que los Evangelios de Marcos y Mateo relaten en dos ocasiones la
multiplicación de los panes, nos permite pensar que este acontecimiento marcó de
manera importante a los primeros cristianos. Tanto que el Evangelio de San
Juan, que habitualmente no escribe los acontecimientos de la misma manera que
los otros 3, en esta ocasión también relata el hecho, en su capítulo 6, donde
nos relata las enseñanzas de Jesús sobre la Eucaristía. En efecto, ese milagro
por el que Jesús manifiesta su poder ante los judíos y los paganos, señala por
su amplitud uno de los rasgos esenciales del Mesías “colma de bienes a los
hambrientos” y prepara a los hombres para acogerlo a él, que es el Pan de vida
en el banquete de la eucaristía.
- La
compasión de Jesús está bien resaltada en esta narración: sintió compasión por
la gente que no tenían que comer y llevaban tres días con él; además, su
preocupación se debía también a que si despedía a la gente podían desfallecer
por el camino, pues muchos venían de muy lejos. Esta compasión de Jesús se
dirige a la necesidad material de la gente. En el relato de la primera
multiplicación se resalta que su compasión se debía a que andaban “como ovejas
sin pastor”, es decir, se debía al hambre de la Palabra y de la enseñanza.
- La
Iglesia, o sea nosotros, hemos recibido también el encargo de anunciar la
Palabra y a la vez, de «dar de comer», de ser serviciales, de consentir un
mundo más justo. Debemos aprender de Jesús su buen corazón, su misericordia
ante las situaciones en que vemos a todo el mundo. Por pobres o alejadas que
nos parezcan las personas, Jesús nos ha enseñado a atenderlas y dedicarles
nuestro tiempo. No sabremos hacer milagros. Pero hay multiplicaciones de panes
-y de paz y de esperanza y de cultura y de bienestar- que no necesitan poder
milagroso, sino un buen corazón, semejante al de Cristo, para hacer el bien.
- En
el pasaje que contemplamos se subraya también el rol de los discípulos de
Jesús. Son asociados al Señor para saciar el hambre de tantos; lanzados por
Jesús a la acción; ven bien lo que tienen que hacer, pero no tienen los medios;
Jesús pide y acepta su colaboración, pero es Él quien pone la mayor parte y
termina la obra de manera espléndida y generosa. Eso mismo pasa hoy: el
misionero está llamado a hacer lo puede hacer y con lo que tiene, Jesús
terminará la obra, pero no podemos quedarnos ociosos ante la necesidad ajena.
Nos llama el Señor a hacer solidarios ante la necesidad material de los
hermanos.
- Recogieron
siete canastas de los mendrugos sobrantes. En las dos multiplicaciones de panes
hay "residuos". Esto indica que el alimento distribuido es inagotable
y de que Jesús da mucho más allá de la necesidad inmediata... es el símbolo de
un "acto que tendrá que repetirse constantemente", un alimento que
debe ponerse sin cesar a disposición de los demás. La sociedad actual maneja
unos principios distintos a los de Jesús. La propuesta del “mundo” es la de
acaparar, producir hasta el máximo, no importa a expensa de qué o de quiénes. Los
bienes de la tierra, abundantes, están en pocas manos y la distribución es
desigual. Ante esto la propuesta de Jesús es la de la solidaridad abundante, no
la de la simple limosna. No dar de lo que nos sobra, sino de nuestra sustancia.
- Dando
gracias, los partió... Es una comida "de acción de gracias"
-eucaristía en griego- La alusión es muy clara. Esta relación no puede pasar
desapercibida a un lector cristiano: allí también, los primeros oyentes de
Marcos se reconocían... el rito esencial de su comunidad era la "cena del
Señor". Así como en el relato anterior, el de la curación del sordomudo,
hacíamos referencia al rito de iniciación cristiana, el de ahora se dirige a la
eucaristía. La Eucaristía es, por otra parte, la multiplicación que Cristo nos
regala: su cercanía y su presencia, su Palabra, su mismo Cuerpo y Sangre como
alimento. Esa comida eucarística es la que luego nos tiene que impulsar a repartir
también nosotros a los demás lo que tenemos: nuestros dones humanos y
cristianos, para que todos puedan alimentarse y no queden desmayados por los
caminos tan inhóspitos y desesperanzados de este mundo.
Meditación (¿Qué me dice a mí el texto?):
Pasamos ahora a actualizar la Palabra de Dios, en una reflexión personal y detallada,
a la luz del texto leído. Nos pueden ayudar estas preguntas:
- Jesús
multiplica el pan a los paganos: ¿Siento yo también el ansia de ser misionero y
multiplicar el pan de su Palabra y la caridad con todos o estoy encerrado en mi
comodidad en mi zona de confort que me impide hacer algo por los demás?
- Jesús
sintió compasión: ¿Experimento en vida la compasión ante la necesidad ajena?
¿Mi compasión me lleva a la acción o queda en el estéril lamento de la
injusticia y de la miseria ajena?
- Los
discípulos colaboraron: ¿Qué estoy haciendo yo ante la necesidad de evangelización
y de justicia social en la sociedad actual? ¿Pongo todo lo que puedo poner,
confiando que el Señor es quien hace su obra? ¿Me quejo y paralizo ante la
falta de recursos humanos para la obra misionera y de caridad?
- Jesús
tuvo una solidaridad abundante: ¿Qué quiere el Señor de mí en este mundo de
tantos hambrientos? ¿Tengo yo que hacer algo en la multiplicación de los panes
hoy?
- Jesús
dio gracias y partió el pan: ¿Cómo vivo la eucaristía? ¿Es alimento para mi
trabajo y mi solidaridad? ¿La celebración eucarística me compromete ante el
Señor y ante la necesidad espiritual y material de mis hermanos?
Oración (¿Qué me hace decirle al Señor el
texto?): Una vez que la Palabra ha caído en tierra buena, ahora es el
momento para devolverle al Señor los frutos que ella ha producido en mi
corazón, pero con palabras de agradecimiento, de perdón, de súplica y de peticiones.
Te pueden servir este modelo o a la luz de ella puedes dirigirte al Señor libre
y espontáneamente.
“Señor Jesús, quiero darte gracias por tu
Palabra, por el ejemplo maravilloso de misericordia y compasión que hoy nos has
comunicado y por el deseo y compromiso que has puesto en mi corazón de ser
solidario ante la miseria ajena. Gracias también, Señor, por tantos hermanos
nuestros que nos han dado ejemplo de esa entrega, imitándote a ti. Te pedimos,
Jesús, por los misioneros de tu Palabra, para que no desfallezcan en su misión.
No permitas que el plan consumista y egoísta del mundo nos invada y nos cierre
a las necesidades ajenas. Te suplicamos por todos aquellos hambrientos de tu
Palabra, para que le llegue abundantemente, pero igual te imploramos por
aquellos otros tantos que están hambrientos de pan y de justicia. Señor, haz
que el mundo entienda tu plan de solidaridad y permíteme ser un ejemplo de
ella. Ayúdame, Señor a ser solidario, a ser generoso, a que no sea indiferente
ante la miseria humana. Perdóname, Señor, por las veces en la que he sido
egoísta, en la que me he escudado ante las excusas de mi comodidad para no
hacer nada por los demás. Te alabo y te bendigo por toda la grandeza de la
creación que has puesto para el bien de todos y no de unos pocos. Te alabo y te
bendigo por tu Iglesia misionera y por tu Palabra fecunda.
Contemplación (¿Qué inspira en mi vida la
Palabra?): Una vez que hemos leído, meditado y orado la Palabra, ahora es
el momento de saborearla y sacarle frutos. Imaginemos la escena leída y
apliquémosla a nuestra vida diaria. Podemos hacer propósitos de vida: ser
solidarios con la necesidad ajena, comprometiéndome a una acción evangelizadora
en la parroquia o a una acción social en la comunidad.