Evangelio: Marcos 1, 40-45
"En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso
para suplicarle de rodillas: "Si tú quieres, puedes curarme". Jesús
se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: "¡Sí
quiero: sana!". Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad:
"No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés".
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el
hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se
quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes."
Reflexión
¿Cómo puede el hombre que ha sido tocado por el
amor de Dios permanecer callado? Es imposible. Creo que esta puede ser la causa
por la cual muchos cristianos permanecen callados: no han sido tocados por el
amor sanante de Dios. Permanecen llenos de miedos y temores, viviendo como lo
hacían los leprosos, aislados de la comunidad.
Jesús, desde el bautismo, nos ha tocado y nos ha dicho:
¡Sana! Más aún, nos ha llenado de su Espíritu, sin embargo, no hemos dejado la
lepra de la envidia, del odio, del rencor, etc. Es necesario de nuevo decirle
al Señor: "Si quieres puedes sanarme". Él lo hará, una y mil veces,
pues nos quiere sanos y llenos de vida en el Espíritu.
Así, una vez tocados por el amor sanante de Dios,
nos convertiremos en verdaderos testigos de este amor en el mundo.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida.
Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
http://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
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