domingo, 9 de noviembre de 2014

Señor, auméntanos la fe


San Lucas, 17,1-6

Dijo Jesús a sus discípulos:
"Es imposible que no haya escándalos y caídas, pero ¡pobre del que hace caer a los demás! Mejor sería que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, antes que hacer caer a uno de estos pequeños. Cuídense ustedes mismos.
Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Si te ofende siete veces al día y otras tantas vuelve arrepentido y te dice: "Lo siento", perdónalo."
Los apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe."
El Señor respondió:
"Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un granito de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús

a) Escuchamos hoy varias recomendaciones breves de Jesús sobre el escándalo, el perdón y la fe.

Sobre el escándalo dice palabras muy duras: el que escandaliza a los débiles -o sea, el que les hace caer, el que les sirve de tropiezo- más le valdría que lo arrojaran al fondo del mar. Además nos enseña a tener corazón generoso y saber perdonar al hermano, hasta siete veces en un día.

Los apóstoles, un poco asustados de un estilo tan exigente de vida, le piden a Jesús que aumente su fe.

b) En los tres aspectos podemos aplicar el pensamiento de Jesús a nuestra vida.

Podemos ser ocasión de escándalo para los demás, con nuestra conducta. No somos islas. Influimos en bien o en mal en los que conviven con nosotros. Si hay personas débiles, que a duras penas tienen ánimos para ser fieles, y nos ven a nosotros claudicar, contribuimos a que también ellas caigan. Si no acudo a la oración de la comunidad, también otros se sentirán dispensados y no irán. Al revés, si participo, a otros les estoy dando ánimos para que no falten. Y quien dice de la oración, dice de la conducta moral: si una familia está dando testimonio de vivir en cristiano, contra corriente de la mayoría, está influyendo en los ánimos de los demás. Mientras que, si cede a los criterios de este mundo, también a otros se les debilitarán los argumentos y fallarán.

La corrección fraterna, que es un buen acto de caridad si se realiza con delicadeza y amor, tiene que conjugarse con el saber perdonar y con el tener un corazón generoso. A todos nos cuesta perdonar. Se nos da mucho mejor lo de juzgar, condenar y echar en cara. Jesús nos dice que tenemos que saber perdonar, aunque se repita el motivo siete veces en un día.

Desde luego, para cumplir esto, tendremos que decirle al Señor, como los apóstoles: "Auméntanos la fe". Tendremos que rezar fuerte y apoyarnos en la gracia de Dios. Porque con criterios meramente humanos no tendremos fuerzas para evitar todo escándalo y para cumplir lo del perdón al hermano.

Cuando rezamos en el Padrenuestro lo de "perdónanos como nosotros perdonamos", nos parece imposible. Pero con la fuerza del Espíritu sí podrá suceder que a lo largo del día perdonemos al hermano. Que será algo tan sorprendente, al menos, como lo del árbol trasplantado al mar.

c) Te doy gracias, Buen Jesús, porque me amas con un amor cercano y me hablas en tu Evangelio. Por medio de él, me invitas a acrecentar mi fe, a descubrir que es un don que debo pedirte, así como tus apóstoles lo hicieron. Mi corazón anhela responderte y se descubre muchas veces insuficiente para realizar esa respuesta.


Señor Jesús, conozco mis fragilidades y limitaciones, conozco también las dificultades de un mundo que rechaza la idea de la entrega generosa para vivir el noble ideal de la vida cristiana; por eso te pido me ayudes: Señor mío, acrecienta mi fe. Concédeme la gracia para ser coherente, y así pueda yo testimoniar nuestra amistad al mundo entero. Amén

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