jueves, 30 de octubre de 2014
Jesús sana nuevamente en sábado
Jesús llora por Jerusalén
San Lucas 13,31-35
«También entonces llegaron algunos fariseos, y le dijeron a Jesús:
—Vete de aquí, porque Herodes te quiere matar.
Él les contestó:
—Vayan y díganle a ese zorro: “Mira, hoy y mañana expulso a los demonios y sano a los enfermos, y pasado mañana termino.” Pero tengo que seguir mi camino hoy, mañana y el día siguiente, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos bajo las alas, pero ustedes no quisieron! Pues miren, el hogar de ustedes va a quedar abandonado; y les digo que no volverán a verme hasta que llegue el tiempo en que ustedes digan: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) No sabemos si la advertencia que hicieron a Jesús los fariseos era sincera, para que escapara a tiempo del peligro que le acechaba: "márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
Herodes, el que había encarcelado y dado muerte al Bautista (como antes, su padre Herodes el Grande había mandado matar a los inocentes de Belén cuando nació Jesús), quiere deshacerse de Jesús.
Jesús responde con palabras duras, llamando "zorro" al virrey y mostrando que camina libremente hacia Jerusalén a cumplir allí su misión. No morirá a manos de Herodes: no es ése el plan de Dios.
La idea de su muerte le entristece, sobre todo por lo que supone de ingratitud por parte de Jerusalén, la capital a la que él tanto quiere. Es entrañable que se compare a sí mismo con la gallina que quiere reunir a sus pollitos bajo las alas.
b) Jesús aprovecha la amenaza de Herodes para dar sentido a su marcha hacia Jerusalén y a su muerte, que él mismo ha anunciado y que no va a depender de la voluntad de otros, sino que sucederá porque él la acepta, por solidaridad, y además cuando él considere que ha llegado "su hora". Mientras tanto, sigue su camino con decisión y firmeza.
El lamento de Jesús -"Jerusalén, Jerusalén"- es parecido al dolor que siente luego Pablo (Rm 9-11) al ver la obstinación del pueblo judío que no ha querido aceptar, al menos en su mayoría, la fe en el Mesías Jesús.
El amor de Dios a veces se describe ya en el AT con un lenguaje parecido al de la gallina y sus pollitos: el águila que juega con sus crías y les enseña a volar (Deuteronomio 32,11), o el salmista que pide a Dios: "guárdame a la sombra de tus alas" (Ps 17,8), y otras con un lenguaje materno y femenino: "en brazos serán llevados y sobre las rodillas serán acariciados, como uno a quien su madre le consuela, así yo los consolaré" (Is 66,12-13).
¿Estamos dispuestos a una entrega tan decidida como la de Jesús? ¿incluso si aquellos por los que nos entregamos se nos vuelven contra nosotros? ¿tenemos un corazón paterno o materno, un corazón bueno, lleno de misericordia y de amor, para seguir trabajando y dándonos día a día, por el bien de los demás? ¿o nos influyen los Herodes de turno para cambiar nuestro camino, por miedo o por cansancio?
c) Gracias, Señor, por mostrarme la pasión y la valentía con las que debo cumplir tu voluntad. Te suplico con humildad que aumentes mi fe y mi esperanza para no desfallecer en la misión que me has encomendado, a pesar de las dificultades y obstáculos que encuentre. Gracias, Jesús, por mostrarme tu amor. Ese ha sido y será siempre mi gran motivo para luchar. Amén
lunes, 27 de octubre de 2014
Escogió a doce y los llamó apóstoles
domingo, 26 de octubre de 2014
Una curación en día sábado
San Lucas 13,10-17
«Un sábado Jesús estaba enseñando en una sinagoga. Había allí una mujer que desde hacía dieciocho años estaba poseída por un espíritu que la tenía enferma, y estaba tan encorvada que no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús la vio y la llamó. Luego le dijo: "Mujer, quedas libre de tu mal". Y le impuso las manos. Al instante se enderezó y se puso a alabar a Dios.
Pero el presidente de la sinagoga se enojó porque Jesús había hecho esta curación en día sábado, y dijo a la gente: "Hay seis días en los que se puede trabajar; vengan, pues, en esos días para que los sanen, pero no en día sábado."
El Señor le replicó: "¡Ustedes son unos falsos! ¿Acaso no desatan del pesebre a su buey o a su burro en día sábado para llevarlo a la fuente? Esta es hija de Abraham, y Satanás la mantenía atada desde hace dieciocho años; ¿no se la debía desatar precisamente en día sábado?"
Mientras Jesús hablaba, sus adversarios se sentían avergonzados; en cambio la gente se alegraba por las muchas maravillas que le veían hacer.»
Palabra de Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús.
a) En su camino hacia Jerusalén, Jesús realiza otro gesto de "curación en sábado", sanando milagrosamente a una mujer encorvada que no se podía enderezar.
Parece como si Jesús provocara escenas como la presente, que realiza en sábado: quiere mostrar que la fuerza curativa de Dios ya está presente y actúa eficazmente en el mundo.
Llama "hipócritas" a los que se escandalizan de que él haya hecho este gesto en sábado, cuando ellos sí se permitían ayudar a un animal propio llevándolo a abrevar, aunque fuera en sábado. ¡Cuánto más no se podrá ayudar a esta pobre mujer, "que es hija de Abrahán" y que desde hace diez y ocho años "Satanás tiene atada"!
b) Jesús se dedica a curar, a salvar, a transmitir vida. El sábado -para nosotros, con mayor razón, el domingo- es el día semanal que recuerda a los creyentes la victoria de Dios contra todo mal y toda esclavitud.
Nos enseña que la caridad con las personas es superior a muchas otras cosas: sobre todo a unas leyes exageradas que nos hemos inventado nosotros mismos, y que invocamos oportunamente cuando no queremos gastar nuestro tiempo en beneficio de los demás. Con los muchos "trabajos" que no se podían hacer en sábado, las escuelas más rigoristas de la época lo habían convertido, no en un día de liberación y alegría, sino de preocupación escrupulosa. Se puede ser esclavo también de una ley mal entendida. Jesús se opone a este legalismo exagerado.
Pensemos si también nosotros necesitamos que nos recuerden que "no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", si en vez de predicar y practicar una religión de hijos la hemos convertido en un ritualismo de esclavos.
En el día de domingo, además de participar en la celebración eucarística, que ciertamente es el punto culminante de la jornada, ¿ayudamos a enderezarse a las personas que están agobiadas por diversos males? Podríamos proponernos hacer cada domingo algún acto de caridad, tener un detalle para con algún enfermo o anciano, hacer una llamada telefónica amable, escribir una carta, visitar a algún pariente que tenemos abandonado, "desatar" a alguien al que tal vez nosotros mismos hemos "atado" con nuestros juicios o nuestro trato despectivo.
c) Señor Jesús, gracias por mostrarnos que la caridad y el amor a los demás, especialmente a los más necesitados, está por encima de otras muchas cosas. Ayúdame a vivir mi culto a Ti con gran responsabilidad, alegría y libertad.
Señor, te suplicamos que nos liberes de toda atadura humana que no me permite amar con libertad y que yo nunca "ate" a nadie a mis propios juicios. Amén
jueves, 23 de octubre de 2014
Jesús, causa de división
San Lucas 12,49-53
«Yo he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo!
Tengo que pasar por una terrible prueba, y ¡cómo sufro hasta que se lleve a cabo!
¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, sino división. Porque de hoy en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) Jesús hace hoy unas afirmaciones que pueden parecernos un tanto paradójicas: desea prender fuego a la tierra y pasar por el bautismo de su muerte; no ha venido a traer paz, sino división.
El fuego del que habla aquí Cristo no es, ciertamente, el fuego destructor de un bosque o de una ciudad, no es el fuego que Santiago y Juan querían hacer bajar del cielo contra los samaritanos, no es tampoco el fuego del juicio y del castigo de Dios, como solía ser en los profetas del AT.
Está diciendo con esta imagen tan expresiva que tiene dentro un ardiente deseo de llevar a cabo su misión y comunicar a toda la humanidad su amor, su alegría, su Espíritu. El Espíritu que, precisamente en forma de lenguas de fuego, descendió el día de Pentecostés sobre la primera comunidad.
Lo mismo pasa con la paz y la división. La paz es un gran bien y fruto del Espíritu. Pero no puede identificarse con una tranquilidad a cualquier precio. Cristo es -ya lo dijo el anciano Simeón en el Templo- "signo de contradicción": optar por él puede traer división en una familia o en un grupo humano.
b) A veces son las paradojas las que mejor nos transmiten un pensamiento, precisamente por su exageración y por su sentido sorprendente a primera vista.
El Bautista anunció, refiriéndose a Jesús: "yo los bautizo con agua, pero viene el que es más fuerte que yo: él los bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Lc 3,16). El fuego con el que Jesús quiere incendiar el mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Ése es el Bautismo al que aquí se refiere: pasar, a través de la muerte, a la nueva existencia e inaugurar así definitivamente el Reino.
Ésa es también la "división", porque la opción que cada uno haga, aceptándole o no, crea situaciones de contradicción en una familia o en un grupo. Decir que no ha venido a traer la paz no es que Jesús sea violento. Él mismo nos dirá: "mi paz les dejo, mi paz les doy". La paz que él no quiere es la falsa: no quiere ánimos demasiado tranquilos y mortecinos. No se puede quedar uno neutral ante él y su mensaje. El evangelio es un programa para fuertes, y compromete. Si el Papa o los Obispos o un cristiano cualquiera sólo hablara de lo que gusta a la gente, les dejarían en paz. Serían aplaudidos por todos. ¿Pero es ése el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra, la evangelización que nos ha encargado?
Jesús aparece manso y humilde de corazón, pero lleva dentro un fuego que le hace caminar hacia el cumplimiento de su misión y quiere que todos se enteren y se decidan a seguirle. Jesús es humilde, pero apasionado. No es el Cristo acaramelado y dulzón que a veces nos han presentado. Ama al Padre y a la humanidad, y por eso sube decidido a Jerusalén, a entregarse por el bien de todos.
¿Nos hemos dejado nosotros contagiar ese fuego? Cuando los dos discípulos de Emaús reconocieron finalmente a Jesús, en la fracción del pan, se decían: "¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras?". La Eucaristía que celebramos y la Palabra que escuchamos, ¿nos calientan en ese amor que consume a Cristo, o nos dejan apáticos y perezosos, en la rutina y frialdad de siempre? Su evangelio, que a veces compara con la semilla o con la luz o la vida, es también fuego.
c) Señor, Tú viniste a traer fuego a la tierra, ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo en mi corazón! Dame ese fuego de tu amor, que me lleve a sacrificar mi comodidad por el bien de los demás. Dame esa fe que me asegura tu amor. Dame esa esperanza que me lleve a confiar en tu misericordia
Señor, gracias por el don de mi bautismo. Esa chispa de vida divina que recibí debe estar en continuo crecimiento. No quiero que las presiones externas o mi propia debilidad, me lleven a la mediocridad o la indiferencia que puede apagar esta luz y este fuego. Amén
miércoles, 22 de octubre de 2014
Estar preparados para su venida
San Lucas 12,39-48
«Y sepan ustedes esto: que si el dueño de una casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría que nadie se metiera en su casa a robar. Ustedes también estén preparados; porque el Hijo del hombre vendrá cuando menos lo esperen.
Pedro le preguntó:
—Señor, ¿dijiste esta parábola solamente para nosotros, o para todos?
Dijo el Señor: "¿Quién es el mayordomo fiel y atento, a quien su amo deja encargado de los de su casa, para darles de comer a su debido tiempo? Dichoso el criado a quien su amo, cuando llega, lo encuentra cumpliendo con su deber. De veras les digo que el amo lo pondrá como encargado de todos sus bienes. Pero si ese criado, pensando que su amo va a tardar en llegar, comienza a maltratar a los otros criados y a las criadas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, el día que menos lo espere y a una hora que no sabe, llegará su amo y lo castigará, condenándolo a correr la misma suerte que los infieles".
El criado que sabe lo que quiere su amo, pero no está preparado ni lo obedece, será castigado con muchos golpes. Pero el criado que sin saberlo hace cosas que merecen castigo, será castigado con menos golpes. A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) A la comparación de ayer -los criados deben estar preparados para la vuelta de su señor- añade Jesús otra: debemos estar dispuestos a la venida del Señor como solemos estar alerta para que no entre un ladrón en casa. La comparación no está, claro está, en lo del ladrón, sino en lo de "a qué hora viene el ladrón".
Pedro quiere saber si esta llamada a la vigilancia se refiere a todos, o a ellos, los apóstoles. Jesús le toma la palabra y les dice otra parábola, en la que los protagonistas son los administradores, los responsables de los otros criados. La lección se condensa en la afirmación final: "al que mucho se le confió, más se le exigirá".
b) Todos tenemos el peligro de la pereza en nuestra vida de fe o del adormecimiento, apresurados por tantas preocupaciones.
Hoy nos recuerdan que debemos estar vigilantes. Las comparaciones del ladrón que puede venir en cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisamente, nos invitan a que tengamos siempre las cosas preparadas. No a que vivamos con angustia, pero sí con una cierta tensión, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de nosotros.
Si se nos ha confiado alguna clase de responsabilidad, todavía más: no podemos caer en la fácil tentación de aprovecharnos de nuestra situación para ejercer esos modos tiránicos que Jesús describe tan vivamente.
La "venida del Hijo del Hombre" puede significar, también aquí, tanto el día del juicio final como la muerte de cada uno, como también esas pequeñas pero irrepetibles ocasiones diarias en que Dios nos manifiesta su cercanía, y que sólo aprovechamos si estamos "despiertos", si no nos hemos quedado dormidos en las cosas de aquí abajo. El Señor no sólo nos "visita" en la hora de la muerte, sino cada día, a lo largo del camino, si sabemos verle.
En el Apocalipsis, el ángel les dice a los cristianos que vivan atentos, porque podrían desperdiciar el momento de la visita del Señor: "mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). Sería una lástima que no le abriéramos al Señor y nos perdiéramos la cena con él.
c) Padre Santo, ayúdame a ser un servidor fiel y prudente. Me has dado unos talentos que implican gran responsabilidad. Te pido perdón por todas las veces en que no he sabido corresponder a tu confianza. Te prometo que me esforzaré por ser un buen discípulo y misionero de tu amor; sé que con tu gracia puedo ser fiel y servir a todos aquellos que has puesto a mi cuidado. Amén
lunes, 20 de octubre de 2014
Hay que estar vigilantes
San Lucas 12,35-38
«Estén preparados, ceñida la cintura y las lámparas encendidas y sean como criados que están esperando a que su señor regrese de un banquete de bodas, para abrirle la puerta tan pronto como llegue y llame.
Dichosos los criados a quienes su señor, al llegar, encuentre despiertos. Les aseguro él mismo los hará sentarse a la mesa y se dispondrá a servirles la comida. Dichosos ellos, si los encuentra despiertos aunque llegue a la medianoche o de madrugada.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
a) Estos días escucharemos varias recomendaciones de Jesús sobre la vigilancia, la actitud de espera activa y despierta que él pide a los suyos.
La comparación es sencilla: cuando el amo ha ido de boda, no se sabe cuándo llegará. Lo hará seguramente tarde y a una hora imprevista. Dichosos los criados que están preparados, con la casa en orden. Entonces, cosa inaudita, el amo "los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo".
b) La primera comunidad tal vez tenía la impresión de que la venida final del Señor era inminente. Aunque ahora no tengamos esa preocupación, sigue válida la invitación a la vigilancia: tanto para el momento de nuestra propia muerte -que siempre es a una hora imprevista- como para la venida cotidiana del Señor a nuestras vidas, en su palabra, en los sacramentos, en los acontecimientos, en las personas. Si estamos despiertos, podremos aprovechar su presencia. Si estamos adormilados, ni nos daremos cuenta.
"Tengan ceñida la cintura": era la postura de los judíos al emprender el viaje del éxodo, en la primera Pascua de Egipto. La postura del que está disponible para emprender algo, sin aletargarse ni quedar instalado, con ánimo conformista, en lo que ya tiene. Dispuestos a salir de viaje. (Si vale la comparación: es lo que se dice de los entrenadores de fútbol, que no se hacen ilusiones de que vayan a durar mucho en su puesto, y viven siempre "con las maletas preparadas").
"Y encendidas las lámparas". Como las cinco muchachas prudentes que esperaban al novio. Con el aceite de la fe, de la esperanza y del amor.
Mirar hacia delante. Ayer se nos decía que no nos dejáramos apegar a las riquezas, porque nos estorbarán en el momento decisivo. Hoy, que vigilemos. Es sabio el que vive despierto y sabe mirar al futuro. No porque no sepa gozar de la vida y cumplir sus tareas del "hoy", pero sí porque sabe que es peregrino en esta vida y lo importante es asegurarse su continuidad en la vida eterna. Y vive con una meta y una esperanza.
En las cosas de aquí abajo afinamos mucho los cálculos: para que nos llegue el presupuesto, para conseguir éxitos comerciales o deportivos, para aprobar el año escolar. Pero ¿somos igualmente espabilados en las cosas del espíritu?
"Dichosos ellos, si su señor los encuentra así". Y escucharemos las palabras que serán el colmo de la felicidad: "muy bien, siervo fiel, entra en el gozo de tu Señor". Y nos sentará a su mesa y nos irá sirviendo uno a uno.
c) Gracias Jesús por hablarme y advertirme para que esté siempre preparado. Ayúdame a estar siempre en vela esperándote atento como el siervo espera a su Señor. No dejes que descuide mi vida espiritual ni tampoco la vivencia de la caridad. Pues sólo unido a Ti, y viviendo como Tú es como podré ser plenamente feliz. Amén
domingo, 19 de octubre de 2014
Cuidado con la avaricia
viernes, 17 de octubre de 2014
Ustedes valen más que las aves
San Lucas 12,1-7
«Entre tanto se juntaron miles y miles de personas, tantas que unas a otras se atropellaban. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: "Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de su hipocresía. Porque no hay ningún secreto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por tanto, todo lo que ustedes han dicho en la oscuridad, se oirá a la luz del día; y lo que han dicho en secreto y a puerta cerrada, será gritado desde las azoteas de las casas."
A ustedes, amigos míos, les digo que no deben tener miedo de los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más. Yo les voy a decir a quién deben tenerle miedo: ténganle miedo al que, después de quitar la vida, tiene autoridad para echar en el infierno. Sí, ténganle miedo a él.
¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza él los tiene contados uno por uno. Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
a) Ante la gente que se agolpa a su alrededor, Jesús hace una serie de recomendaciones:
- que tengan "cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía"; la levadura hace fermentar a toda la masa; puede ser buena, como en el pan y en la repostería, y entonces todo queda beneficiado; pero si es mala, todo queda corrompido;
- que la verdad siempre acabará por saberse: "lo que han dicho en secreto y a puerta cerrada, será gritado desde las azoteas"; al menos, Dios siempre la conoce;
- que no tengan miedo de dar testimonio de Cristo ante el mundo: lo peor que les puede pasar no es la muerte corporal, hasta el martirio, porque en ese caso el premio de Dios será grande, sino la muerte espiritual, el que alguien nos incite al abandono de nuestra fe, porque entonces sí que la ruina es definitiva;
- el motivo de tener confianza y no dejarse dominar por el miedo es que Dios se preocupa de cada uno de nosotros, mucho más que de los pajarillas y hasta de los cabellos de nuestra cabeza: "ni de uno solo se olvida Dios".
b) Tenemos que ir madurando en nuestra fe y creciendo en nuestra imitación de Cristo.
A medida que vamos leyendo, día tras día, la Palabra de Dios, nos damos cuenta de lo mucho que hay que transformar todavía en nuestra vida.
Podría ser que en nuestro caso también pudiera existir esa "levadura de la hipocresía", que infecta todo lo que decimos y hacemos. Para otros, el fermento maligno puede ser la vanidad o la sensualidad o el materialismo o el odio. Estas actitudes interiores pueden estropear nuestra relación con los demas, nuestra paz interior y nuestra oración. Lo que tenemos que atacar es la raíz de todo, la levadura interior. Si en nuestra computadora hay un virus, seguramente haremos lo posible por extirparlo, porque de lo contrario destruirá todos nuestros archivos.
Por el contrario, nosotros mismos deberíamos ser buen fermento e ir contagiando a otros la mentalidad cristiana, la esperanza y la paz, la amabilidad, el humor. Todos somos levadura: buena o mala. Nuestra vida no deja indiferentes a los que nos rodean. Influye en bien o en mal. En vez de dejarnos infectar por la levadura sensual y materialista de este mundo, los cristianos debemos mantener nuestra identidad con valentía y además influir en los demás. En vez de acomodarnos a lo que piensa la mayoría, si es que no va de acuerdo con el evangelio de Jesús, debemos ser minoría decidida y eficaz, que da testimonio profético de los valores en que creemos.
¿Que habrá dificultades? Jesús ya nos lo avisa, y nos da también la motivación para no perder los ánimos: Dios no se olvida de nosotros. Como cuida de las aves y las flores, y "tiene contados los cabellos de nuestra cabeza", ¿cómo va a dejar que queden sin recompensa nuestros esfuerzos por vivir en cristiano y por ayudar a los demás? Jesús nos muestra su propia cercanía y nos asegura la ayuda de Dios: "a ustedes les digo, amigos míos: no tengan miedo a los que matan el cuerpo... pues ni de uno solo se olvida Dios".
c) Señor, hoy quiero darte gracias porque me recuerdas que no basta con vivir una vida cristiana a medias para alcanzar la eternidad. La coherencia a la que estoy invitado es el camino para llegar al cielo. Cuento con tu gracia y Tú cuentas con mi libertad.
Gracias por mostrarme tu amor cercano y paternal. Que no tenga miedo a nada en la vida. Yo valgo más que las aves del cielo. Amén.
jueves, 16 de octubre de 2014
Y mataron a los profetas
San Lucas 11,47-54
«¡Ay de ustedes!, que construyen los sepulcros de los profetas a quienes los antepasados de ustedes mataron. Con eso dan a entender que están de acuerdo con lo que sus antepasados hicieron, pues ellos los mataron y ustedes construyen sus sepulcros.
Por eso, Dios en su sabiduría dijo: “Les mandaré profetas y apóstoles, y matarán a algunos de ellos y perseguirán a otros.” Pues a la gente de hoy Dios le va a pedir cuentas de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde que se hizo el mundo, desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Por lo tanto, les digo que Dios pedirá cuentas de la muerte de ellos a la gente de hoy.
¡Ay de ustedes, maestros de la ley!, que se han apoderado de la llave del conocimiento; pero ni ustedes mismos entran ni dejan entrar a los que quieren hacerlo.
Cuando Jesús salió de allí, los maestros de la ley y los fariseos se enojaron mucho, y comenzaron a molestarlo con muchas preguntas, tendiéndole trampas para atraparlo en sus propias palabras.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
a) Sigue el ataque implacable de Jesús contra las actitudes de los fariseos y los juristas.
Ante todo, porque "construyen los sepulcros de los profetas a quienes los antepasados de ustedes mataron". O sea, los fariseos están dispuestos a honrar a los profetas muertos, haciendo la comedia de edificarles monumentos. Pero no hacen caso a los profetas vivos. Los tratan igual que sus antepasados a los profetas de antes.
Nombra a dos, Abel, sacrificado por su hermano Caín (Gn 4) y Zacarías, el hijo del sacerdote Yoyadá, a quien mataron por encargo del rey Joás (cf. 2 Crónicas 24). Jesús los nombra como primero y último de una serie de profetas que acabaron igual. Es lo que van a hacer con él también, porque presenta una fe y un Dios muy distintos del que ellos están acostumbrados.
Otra acusación, esta vez para los doctores de la ley, que tienen la llave del saber y de la interpretación de la ley. No han hecho buen uso de esa llave: "pero ni ustedes mismos entran ni dejan entrar a los que quieren hacerlo". ¿Para eso tantas llaves?
b) Es valiente Jesús, al desenmascarar las actitudes de las clases dirigentes de su época.
Pero sus palabras nos ponen interrogantes también a nosotros, seamos dirigentes o no. ¿Caemos en la trampa de honrar a los profetas que fueron, reconociendo sus méritos y la injusticia del trato que recibieron, pero luego resulta que no hacemos caso de los profetas actuales, y les hacemos la vida imposible, porque no estamos dispuestos a escuchar su mensaje, que nos es incómodo?
Esto puede pasar en la sociedad, en la que pueden estorbar a los poderosos las voces proféticas que se levantan contra sus injusticias. Puede pasar en la Iglesia, en la que a veces se hace callar a los que tienen un espíritu más libre y crítico, aunque más tarde a veces se les rehabilite o incluso se les canonice. Pero puede pasar también a nuestro alrededor, cuando nos sentimos molestos cuando somos criticados, y hacemos lo posible por desacreditar -¡no llegaremos a eliminar!- a esos "profetas" que se atreven a llevarnos la contra. A todos nos pasa que nos estorban los profetas vivos, no los muertos.
Además podemos merecer también las palabras de Jesús a los juristas. ¿Nos sentimos "propietarios de la verdad", guardando sus llaves, de modo que los demás tengan que pasar la aduana de nuestra interpretación? ¿nos creemos los únicos que tenemos razón en todas las discusiones, sean importantes en el ámbito eclesial o más cotidianas en nuestra familia o círculo comunitario? Sería una lástima que los que podemos decir una palabra en el ámbito de la catequesis o de la predicación no comuniquemos esperanza y alegría, sino angustia y miedo. Seríamos malos guías.
c) Señor, haznos pequeños y humildes, a la escucha de los "signos de los tiempos".
Líbranos de nuestros sectarismos y seguridades excesivamente absolutas: ¡Quién sabe si no hay profetas entre aquellos a quienes se hace callar, a quienes no se quiere escuchar... porque estorban!
Señor, dame la gracia de saber escuchar a esos profetas que hoy que nos mandas a través de tu Iglesia o a través de cualquier otro medio, para comunicarnos la verdad. Que no seamos sordos a tu voz. Amén
martes, 14 de octubre de 2014
¡Ay de ustedes, fariseos!
San Lucas 11,42-46
¡Ay de ustedes, fariseos!, que separan para Dios la décima parte de la menta, de la ruda y de toda clase de legumbres, pero no hacen caso de la justicia y el amor a Dios. Esto es lo que deben hacer, sin dejar de hacer lo otro.
¡Ay de ustedes, fariseos!, que quieren tener los asientos de honor en las sinagogas, y que desean que la gente los salude con todo respeto en las calles.
¡Ay de ustedes, que son como sepulcros ocultos a la vista, los cuales la gente pisa sin saberlo!
Le contestó entonces uno de los maestros de la ley:
—Maestro, al decir esto nos ofendes también a nosotros.
Pero Jesús dijo:
—¡Ay de ustedes también, maestros de la ley!, que cargan sobre los demás cargas que nadie puede soportar, y ustedes ni siquiera con un dedo quieren tocarlas.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) Hoy escuchamos tres acusaciones muy duras de Jesús contra los fariseos, y una contra los juristas o doctores de la ley (que se lo buscaron metiéndose en la conversación):
- pagan los diezmos hasta de las verduras más baratas (lo de pagar la décima parte de las ganancias era muy común en las varias culturas), pero luego descuidan lo principal: "el derecho y el amor de Dios";
- "Les encantan los asientos de honor",
- "son como sepulcros ocultos": por fuera, todo parece limpio, y por dentro sólo hay la corrupción de la muerte;
- y los intérpretes de la ley "abruman a la gente con cargas insoportables, y ellos no las tocan ni con un dedo".
b) Algunos ejemplos pertenecen a la cultura de entonces. Pero Jesús sigue interpelándonos: ¿merecemos algunos de estos ataques? ¿en qué medida somos "fariseos"?
Ahora no pagamos diezmos de cosas tan menudas. Pero igualmente podemos caer en el escrúpulo de cuidar hasta los más mínimos detalles exteriores mientras descuidamos los valores fundamentales, como el amor a Dios y al prójimo.
Por cierto, recojamos la consigna de Jesús: no se trata de no prestar atención a las cosas pequeñas, con la excusa de que son pequeñas. Lo que nos dice él es: "esto habría que practicar (lo importante, lo fundamental), sin descuidar aquello (las normas pequeñas)".
No invita a no atender a los detalles, sino a asegurar con mayor interés todavía las cosas que merecen más la pena.
¿Se puede decir que no andamos buscando los puestos de honor, ansiosos de la buena fama y del aplauso de todos, aunque sepamos interiormente que no lo merecemos?
Podemos ser tan jactanciosos y presumidos como los fariseos. ¿Somos sepulcros blanqueados? Cada uno sabrá cómo está por dentro, a pesar de la apariencia que quiere presentar hacia fuera. Los demás no nos ven la corrupción interior que podamos tener, pero Dios sí, y nosotros mismos también, si somos sinceros.
Si de alguna manera somos "doctores de la ley", porque enseñamos catequesis o educamos o predicamos, pensemos un momento si merecemos la queja de Jesús: ¿imponemos interpretaciones del evangelio que son demasiado exigentes, cargas insoportables? Ya es exigente de por sí la fe cristiana, pero no tenemos por qué añadirle nosotros cargas todavía más pesadas. Jesús se puso como modelo de lo contrario: "vengan mí todos los que están fatigados y sobrecargados, porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11,29-30). Además, podemos caer en el fallo de ser exigentes con los demás y permisivos con nosotros mismos.
c) Jesús, cuántas veces juzgo y condeno, dizque buscando el bien. Señalar es fácil, mientras que iluminar la conciencia de los demás sólo puede nacer del amor a Dios y a los demás. Por intercesión de María, te ofrezco que ante el mal, ayudaré a resolverlo con la oración y las acciones que pueda hacer. Amarte auténticamente es la única manera en que puedo amar también a los demás, con total desinterés y donación. Amén
No sólo limpiar lo exterior
San Lucas 11,37-41
«Cuando Jesús dejó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa, y Jesús entró y se sentó a la mesa. El fariseo se extrañó al ver que no había cumplido con la ceremonia de lavarse antes de comer. Pero el Señor le dijo:
—Ustedes los fariseos limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro ustedes están llenos de lo que han conseguido por medio del robo y la maldad. ¡Necios! ¿No saben que el que hizo lo de fuera, hizo también lo de dentro? Den ustedes sus limosnas de lo que está dentro, y así todo quedará limpio.
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) Continúa el viaje de Jesús, camino de Jerusalén. Lucas sitúa en este contexto una serie de recomendaciones y episodios. Durante tres días escucharemos sus duras invectivas contra los fariseos.
Los fariseos eran buena gente: cumplidores de la ley, deseosos de agradar a Dios en todo. Pero tenían el peligro de poner todo su empeño sólo en lo exterior, de cuidar las apariencias, de sentirse demasiado satisfechos de su propia santidad. Por eso les ataca Jesús, con el deseo de que reflexionen y cambien.
Hoy la acusación es que los fariseos cuidan lo exterior -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior: "pero por dentro ustedes están llenos de lo que han conseguido por medio del robo y la maldad". Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés? ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?
b) Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores.
Claro que hay gestos externos y ritos celebrativos en nuestra vida de fe. El mismo Jesús nos encargó, por ejemplo, que hiciéramos el doble gesto del pan y del vino en memoria suya. Lo que desautoriza aquí es que nos quedemos en mero formalismo, que nos contentemos con lo exterior, cuando los gestos deben ser signo de lo interior.
Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien.
¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer? ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"?
c) Abre, Padre, mi corazón a la luz de tu verdad. Que yo no tenga miedo de dejarla penetrar en mí para reconocer todo el bien que puedo poner a tu servicio y al del prójimo. Que la franqueza y la sinceridad marquen mi pensamiento y mi acción, a fin de que no caiga en la hipocresía disfrazándome de justicia y de perfección, hasta creerme, yo mismo, justo y santo. Amén.
domingo, 12 de octubre de 2014
Agunos piden una señal milagrosa
San Lucas 11,29-32
«La multitud seguía juntándose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles:
La gente de este tiempo es malvada; pide una señal milagrosa, pero no va a dársele más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para la gente de Nínive, también el Hijo del hombre será una señal para la gente de este tiempo.
En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es mayor que Salomón. También los de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque los de Nínive se volvieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es mayor que Jonás.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor, Jesús
a) A Jesús no le gustaba que le pidieran "signos" y milagros. Quería que le creyeran a él por su palabra, como enviado de Dios, no por las cosas maravillosas que pudiera hacer. Aunque también las hiciera.
Así se entiende que les diga que el único "signo" que les va a dar es el de Jonás, y luego añade también el ejemplo de la reina de Sabá, quejándose de la poca fe de sus contemporáneos.
Jonás fue un pobre profeta, que predicó en Nínive sin hacer ningún milagro: pero los ninivitas le creyeron y se convirtieron. Mientras que a Jesús, "uno que es más que Jonás", y que, además, ha hecho signos sorprendentes que ya debieran bastar para reconocerle como el Mesías de Dios, no le acaban de creer. Y lo mismo la reina de Sabá, que vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón, y Jesús "es más que Salomón".
El "signo de Jonás" no se refiere aquí -como pasa en Mateo 12,38-40- a la resurrección de Jesús al tercer día, igual que Jonás había estado tres días en el vientre del pez. Lucas pone a Jonás mismo, a su persona, como signo, sin milagros, apoyado sólo en la palabra de Dios. En su caso, con éxito. En el de Jesús, con muchas más dificultades. Y eso que los ninivitas eran paganos, y los que no creían en Jesús, judíos.
b) Los paganos sí supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio de Juan: "vino a su casa y los suyos no le recibieron' (Jn 1,11).
Los judíos se distinguían por pedir milagros, mientras que los griegos buscaban sabiduría (cf. 1 Co 1,22). Puede quedar retratada aquí nuestra generación, cuyo afán de cosas espectaculares y sensacionales, apariciones y revelaciones, es también insaciable.
El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su palabra.
Pero, por otra parte, nos debemos sentir aludidos nosotros, los cristianos, los más cercanos a Jesús, que también podemos buscar excusas para no acabar de creer en él, como sus paisanos de Nazaret, que le pedían que hiciera milagros para creer en él (Lc 4). ¿Qué estamos exigiendo nosotros: una voz misteriosa, un signo claro y milagroso?
Jesús afirmaba que los verdaderos discípulos son los que "escuchan la Palabra y la ponen en práctica". Nosotros la escuchamos con frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?
¿Se puede decir que escuchamos la Palabra de Dios como María, la hermana de Marta, sentada serenamente a los pies de Jesús? ¿o como la otra María, la madre, que meditaba estas cosas en su corazón, y que adoptó como lema de su vida "hágase en mí según tu Palabra"?
c) Señor, todo está bajo tu dominio menos mi libertad, porque Tú respetas mi decisión de cumplir o no tu voluntad. Me has dado tu Palabra en el Evangelio, te me ofreces en la Eucaristía, para que tu presencia viva transforme todo mi ser.
Haz, Jesús, que sepa apreciar estos dones y que aproveche todas las oportunidades, circunstancias y situaciones de mi vida para amarte más.
Señor, ayúdame a reconocer los signos de tu presencia en lo cotidiano de mi vida. Amén
viernes, 10 de octubre de 2014
Acusaciones contra Jesús
San Lucas 11,14-26
«Jesús estaba expulsando un demonio que había dejado mudo a un hombre; y cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar. La gente se admiró de esto, pero algunos dijeron: "Beelzebú, el jefe de los demonios, es quien ha dado a este hombre el poder de expulsarlos."
Otros, para tenderle una trampa, le pidieron una señal milagrosa del cielo. Pero él, que sabía lo que estaban pensando, les dijo:
"Todo país dividido en bandos enemigos, se destruye a sí mismo y todas sus casas se derrumban una sobre otra. Así también, si Satanás se divide contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su poder? Esto lo digo porque ustedes afirman que yo expulso los demonios por el poder de Beelzebú; pero si es así, ¿quién da a los seguidores de ustedes el poder para expulsarlos? Por eso, ellos mismos los condenarán a ustedes. Porque si yo expulso los demonios por la mano de Dios, eso significa que el reino de Dios ya ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte está bien armado y cuida su casa, lo que en ella guarda está seguro. Pero si otro más fuerte que él viene y lo vence, le quita las armas en que confía, y sus pertenencias, y dispone de ellas.
El que no está a mi favor, está en contra mía, y el que conmigo no recoge, desparrama."
Cuando un espíritu impuro sale de un hombre, anda por lugares secos buscando descanso; pero, al no encontrarlo, piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí.”
Cuando regresa, encuentra a ese hombre como una casa barrida y arreglada. Entonces va y reúne otros siete espíritus peores que él, y todos juntos se meten a vivir en aquel hombre, que al final queda peor que al principio.»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
a) La oposición contra Jesús, por parte de sus enemigos, llegó a extremos curiosos: "algunos dijeron: si echa los demonios, es por arte de Belcebú, el príncipe de los demonios". ¿Cómo se puede luchar contra el demonio precisamente en nombre del demonio?
Jesús responde con ironía, preguntando si es que había guerra civil en los dominios de Satanás, y también, en nombre de quién echaban los demonios los que en Israel ejercían el ministerio de exorcistas, que también los había. Lo que pasaba es que los enemigos de Jesús no querían llegar a la conclusión que hubiera sido la más lógica: "el Reino de Dios ha llegado a ustedes".
Pero también nos avisa de que puede haber recaídas en el mal y en la posesión diabólica: "cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, vuelve con siete espíritus peores y el final resulta peor que el principio".
b) Todos estamos implicados en la lucha entre el bien y el mal. El mal -el Malo- sigue existiendo y nos obliga a no permanecer neutrales, sino a posicionarnos en su contra, junto a Cristo.
Al leer cómo Jesús libera a los posesos y cura a los enfermos, estamos convencidos de que "el Reino de Dios ya ha llegado a nosotros", que su fuerza salvadora ya está actuando.
A nosotros no se nos ocurrirán las excusas ridículas de los que no querían aceptar a Jesús.
Pero sí podemos caer en una actitud de pereza o de miedo, o bien no ser conscientes de que en efecto existe el mal, dentro de nosotros y en el mundo y en la Iglesia.
Jesús es "el más fuerte" que ha vencido al poder del mal, en su Pascua, y ahora nos invita a que nos unamos a él en esa lucha: "el que no está conmigo, está contra mí". No podemos ser meros espectadores en la gran batalla.
También haremos bien en escuchar su advertencia: no estamos seguros de haber vencido al mal y al pecado. Puede venir ese espíritu maligno "con otros siete espíritus peores" y "meterse a vivir" en nosotros. Lo que sería una ruina peor. La llamada a la vigilancia es evidente. Cada uno sabe qué demonios le pueden tentar desde dentro y desde fuera. Haremos bien en decir humildemente, con el Padrenuestro, "no nos dejes caer en la tentación".
Cuando comulgamos, se nos invita a participar de Cristo Jesús, que es "el que quita el pecado del mundo". La Eucaristía es la mejor fuerza que Dios nos da en la lucha contra el mal.
c) Gracias, Señor, por tu infinito amor, gracias por mostrarme la importancia de mantenerme siempre atento ante las tentaciones del Enenmigo. Ayúdame a luchar siempre contra el pecado y a no descuidarme nunca en mi oración personal y en el combate espiritual. Que tu gracia nunca me abandone y me ayude a acercarme cada día más plenamente a Ti. Amén
miércoles, 8 de octubre de 2014
Jesús y la oración
San Lucas 11,5-13
«También les dijo Jesús:
—Supongamos que uno de ustedes tiene un amigo, y que a medianoche va a su casa y le dice: “Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle.” Sin duda el otro le contestará desde adentro: “No me molestes; la puerta está cerrada, y mis hijos y yo ya estamos acostados; no puedo levantarme a darte nada.”
Les digo que, aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, lo hará por su impertinencia, y le dará todo lo que necesita.
Así que yo les digo: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre.
"¿Acaso alguno de ustedes, que sea padre, sería capaz de darle a su hijo una culebra cuando le pide pescado, o de darle un alacrán cuando le pide un huevo?
Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»
Palabra del Señor
Gloria a Ti, Señor Jesús
a) Siguiendo con su enseñanza sobre la oración -anteayer la escucha de la palabra, ayer el Padrenuestro- hoy nos propone Jesús dos pequeños ejemplos tomados de la vida familiar: el del amigo impertinente y el del padre que escucha las peticiones de su hijo.
En los dos, nos asegura que Dios atenderá nuestra oración. Si lo hace el amigo, al menos por la insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, ¡cuánto más no hará Dios con los que le piden algo! Jesús nos asegura: "el Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden", o sea, nos dará lo mejor, su Espiritu, la plenitud de todo lo que le podemos pedir nosotros.
b) Jesús nos invita a perseverar en nuestra oración, a dirigir confiadamente nuestras súplicas al Padre. Y nos asegura que nuestra oración será siempre eficaz, será siempre escuchada: "si ustedes saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial...?".
La eficacia consiste en que Dios siempre escucha. Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque todo lo bueno que podamos pedir ya lo está pensando antes él, que quiere nuestro bien más que nosotros mismos. Es como cuando salimos a tomar el aire o nos ponemos al sol o nos damos un baño en el mar: nosotros nos ponemos en marcha con esa intención, pero el aire y el sol y el agua ya estaban allí. Cuando le pedimos a Dios que nos ayude -manifestando así nuestra debilidad y nuestra confianza de hijos-, nos ponemos en sintonía con sus deseos, que son previos a los nuestros.
Lucas tiene una variante expresiva: Dios nos concederá su Espíritu Santo. Nos concederá el bien pleno que él nos prepara, no necesariamente el que nosotros pedimos, que suele ser muy parcial. Es como cuando Jesús pidió que "pasara de él este cáliz", o sea, ser liberado de la muerte. En efecto, dice la Carta a los Hebreos (Hb 5,7) que "fue escuchado", pero fue liberado de la muerte a través de ella, después de experimentarla, no antes. Y así se convirtió en causa de salvación para toda la humanidad. No sabemos cómo cumplirá Dios nuestras peticiones. Lo que sí sabemos -nos lo asegura Jesús- es que nos escucha como un Padre a sus hijos.
c) Gracias, Dios mío, por este momento de profundización en tu Palabra. Gracias por estar conmigo. Me has renovado en la conciencia de que Tú me escuchas y velas siempre por mi bien. Ayúdame Buen Señor a no dejar nunca de buscarte ya que sólo en Ti podré ser plenamente feliz.