domingo, 12 de octubre de 2014

Agunos piden una señal milagrosa


San Lucas 11,29-32


«La multitud seguía juntándose alrededor de Jesús, y él comenzó a decirles: 

La gente de este tiempo es malvada; pide una señal milagrosa, pero no va a dársele más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para la gente de Nínive, también el Hijo del hombre será una señal para la gente de este tiempo. 

En el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, la reina del Sur se levantará y la condenará; porque ella vino de lo más lejano de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y lo que hay aquí es mayor que Salomón. También los de Nínive se levantarán en el día del juicio, cuando se juzgue a la gente de este tiempo, y la condenarán; porque los de Nínive se volvieron a Dios cuando oyeron el mensaje de Jonás, y lo que hay aquí es mayor que Jonás.»

Palabra del Señor 

Gloria a Ti, Señor, Jesús 


a) A Jesús no le gustaba que le pidieran "signos" y milagros. Quería que le creyeran a él por su palabra, como enviado de Dios, no por las cosas maravillosas que pudiera hacer. Aunque también las hiciera.


Así se entiende que les diga que el único "signo" que les va a dar es el de Jonás, y luego añade también el ejemplo de la reina de Sabá, quejándose de la poca fe de sus contemporáneos.


Jonás fue un pobre profeta, que predicó en Nínive sin hacer ningún milagro: pero los ninivitas le creyeron y se convirtieron. Mientras que a Jesús, "uno que es más que Jonás", y que, además, ha hecho signos sorprendentes que ya debieran bastar para reconocerle como el Mesías de Dios, no le acaban de creer. Y lo mismo la reina de Sabá, que vino desde lejos a escuchar la sabiduría de Salomón, y Jesús "es más que Salomón".


El "signo de Jonás" no se refiere aquí -como pasa en Mateo 12,38-40- a la resurrección de Jesús al tercer día, igual que Jonás había estado tres días en el vientre del pez. Lucas pone a Jonás mismo, a su persona, como signo, sin milagros, apoyado sólo en la palabra de Dios. En su caso, con éxito. En el de Jesús, con muchas más dificultades. Y eso que los ninivitas eran paganos, y los que no creían en Jesús, judíos.


b) Los paganos sí supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio de Juan: "vino a su casa y los suyos no le recibieron' (Jn 1,11).


Los judíos se distinguían por pedir milagros, mientras que los griegos buscaban sabiduría (cf. 1 Co 1,22). Puede quedar retratada aquí nuestra generación, cuyo afán de cosas espectaculares y sensacionales, apariciones y revelaciones, es también insaciable.


El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su palabra.


Pero, por otra parte, nos debemos sentir aludidos nosotros, los cristianos, los más cercanos a Jesús, que también podemos buscar excusas para no acabar de creer en él, como sus paisanos de Nazaret, que le pedían que hiciera milagros para creer en él (Lc 4). ¿Qué estamos exigiendo nosotros: una voz misteriosa, un signo claro y milagroso?


Jesús afirmaba que los verdaderos discípulos son los que "escuchan la Palabra y la ponen en práctica". Nosotros la escuchamos con frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?


¿Se puede decir que escuchamos la Palabra de Dios como María, la hermana de Marta, sentada serenamente a los pies de Jesús? ¿o como la otra María, la madre, que meditaba estas cosas en su corazón, y que adoptó como lema de su vida "hágase en mí según tu Palabra"?


c) Señor, todo está bajo tu dominio menos mi libertad, porque Tú respetas mi decisión de cumplir o no tu voluntad. Me has dado tu Palabra en el Evangelio, te me ofreces en la Eucaristía, para que tu presencia viva transforme todo mi ser. 

Haz, Jesús, que sepa apreciar estos dones y que aproveche todas las oportunidades, circunstancias y situaciones de mi vida para amarte más.

Señor, ayúdame a reconocer los signos de tu presencia en lo cotidiano de mi vida. Amén 


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