Señor, queremos amar tu Palabra y
proclamarla ante los demás, a ejemplo de Juan el Bautista.
Marcos 6, 14-19
14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, ya que su nombre se había hecho
famoso. Algunos decían: «Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre
los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos.» 15 Otros decían: «Es
Elías», y otros: «Es un profeta como los antiguos profetas». 16 Herodes, por su
parte, pensaba: «Debe de ser Juan, al que le hice cortar la cabeza, que ha
resucitado.»
17 En efecto, Herodes había mandado apresar a Juan y lo había encadenado
en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que
se había casado. 18 Pues Juan le decía: «No te está
permitido tener a la mujer de tu hermano.» 19 Herodías lo odiaba y quería
matarlo, pero no podía, 20 pues Herodes veía que Juan era un
hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba
con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo.
21 Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños,
dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de
Galilea. 22 En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes
y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y
te lo daré.» 23 Y le prometió con juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la
mitad de mi reino.» 24 Salió ella a consultar a su madre:
«¿Qué pido?» La madre le respondió: «La cabeza de Juan el Bautista.» 25 Inmediatamente corrió
a donde estaba el rey y le dijo: «Quiero que ahora mismo me des la cabeza de
Juan el Bautista en una bandeja.»
26 El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había
comprometido con juramento delante de los invitados. 27 Ordenó, pues, a un
verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la
cabeza. 28 Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se
la pasó a su madre. 29 Cuando la noticia llegó a los
discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron.
Palabra
del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús
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a)
La figura de Juan el Bautista es admirable por su ejemplo de entereza en la
defensa de la verdad y su valentía en la denuncia del mal.
Marcos
nos presenta el motivo de su muerte: el Bautista fue ejecutado como venganza de
una mujer despechada, porque el profeta había denunciado públicamente su unión
con Herodes: «Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano».
Herodes
apreciaba a Juan, a pesar de esa denuncia, y le «respetaba, sabiendo que era un
hombre honrado y santo». Pero la debilidad de este rey voluble y las intrigas
de la mujer y de su hija acabaron con la vida del último profeta del AT, el
precursor del Mesías, la persona que Jesús dijo que era el mayor de los nacidos
de mujer.
b)
De Juan aprendemos sobre todo su reciedumbre de carácter y la coherencia de su
vida con lo que predicaba. El Bautista había ido siempre con la verdad por
delante, en su predicación al pueblo, a los fariseos, a los publicanos, a los
soldados. Ahora está en la cárcel por lo mismo.
Preparó
los caminos del Mesías, Jesús. Predicó incansablemente, y con brío, la
conversión. Mostró claramente al Mesías cuando apareció. No quiso usurpar
ningún papel que no le correspondiera: «él tiene que crecer y yo menguar», «no
soy digno ni de desatarle las sandalias».
Cuando
fue el caso, denunció con coraje el mal, cosa que, cuando afecta a personas
poderosas, suele tener fatales consecuencias. Un falso profeta, que dice lo que
halaga los oídos de las personas, tiene asegurada su carrera. Un verdadero
profeta -los del AT, el Bautista, Jesús mismo, los apóstoles después de la
Pascua, y los profetas de todos los tiempos- lo que tienen asegurada es la
persecución y frecuentemente la muerte. Tanto si su palabra profética apunta a
la justicia social como a la ética de las costumbres. ¡Cuántos mártires sigue
habiendo en la historia!
Tal
vez nosotros no llegaremos a estar amenazados de muerte. Pero sí somos
invitados a seguir dando un testimonio coherente y profético, a anunciar la
Buena Noticia de la salvación con nuestras palabras y con nuestra vida. Habrá
ocasiones en que también tendremos que denunciar el mal allí donde existe. Lo
haremos con palabras valientes, pero sobre todo con una vida coherente que,
ella misma, sea como un signo profético en medio de un mundo que persigue
valores que no lo son, o que levanta altares a dioses falsos.
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Señor, hazme firme en la fe.
Concédeme el coraje ante las dificultades. Hazme superar el respeto humano que
me impide dar testimonio de ti frente al mundo.
Haz que no vacile ante el deber de
elegir. El débil Herodes, la oportunista Herodías, la superficial Salomé, están
muy cerca de mí: concédeme, Señor, la fuerza de ponerme de parte de Juan el
Bautista, de parte de la verdadera vida. Haz que no tenga más que tu Palabra en
mi corazón.
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