lunes, 24 de enero de 2011

Lectura orante de Marcos 7, 24-30

Te ofrezco la primera lectura orante en el blog "Palabra y valores". Comenzamos por el texto que próximamente haré con mi comunidad, así te hacemos partícipes de nuestra experiencia parroquial.


Invocamos, antes de iniciar la lectura, al Espíritu Santo para que nos ayude a interiorizar y profundizar en su Palabra. Él fue quien la inspiró. Roguémosle que nos ayude a comprenderla y a vivirla.

Lectura (¿Qué dice el texto?): Leemos el texto con pausa y atención, con la intención de escuchar al Señor que nos habla a través de su Palabra.

(24) “Jesús decidió irse hacia las tierras de Tiro. Entró en una casa, y su intención era que nadie lo supiera, pero no logró pasar inadvertido.  (25)  Una mujer, cuya hija estaba en poder de un espíritu malo, se enteró de su venida y fue en seguida a arrodillarse a sus pies.  (26)  Esta mujer era de habla griega y de raza sirofenicia, y pidió a Jesús que echara al demonio de su hija.  (27)  Jesús le dijo: "Espera que se sacien los hijos primero, pues no está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perritos.  (28)  Pero ella le respondió: "Señor, los perritos bajo la mesa comen las migajas que dejan caer los hijos.  (29)  Entonces Jesús le dijo: "Puedes irte; por lo que has dicho el demonio ya ha salido de tu hija.  (30)  Cuando la mujer llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama; el demonio se había ido”

Algunas ideas que te pueden ayudar a entender mejor el texto:

Ubiquemos el pasaje: Jesús está en “las tierras de Tiro”, o sea, no se encuentra en su tierra. Está en tierra extranjera. Esta ubicación no es secundaria. Después del problema del legalismo judío parece como si el evangelista quisiera orientar la mirada de sus lectores hacia el mundo pagano. De hecho con este episodio comienza Jesús una larga correría apostólica, incluso en tierras extranjeras.

El Señor “entró en una casa” para ocultarse, pero no le fue posible. Jesús no busca las acciones brillantes. Siempre el secreto mesiánico, resaltado en varias ocasiones por el evangelista Marcos. La obra de Dios es una labor escondida, que no hace ruido... ni busca hacerlo.

El encuentro de Jesús con una mujer extranjera y de otra religión es también significativo. El Señor supera las fronteras del territorio nacional y acoge a una mujer extranjera que no pertenece al pueblo y con la que estaba prohibido conversar. Estas iniciativas de Jesús, nacidas de su experiencia de Dios como Padre, eran extrañas para la mentalidad de la gente de la época. Jesús ayuda a la gente a abrir su manera de experimentar a Dios en la vida.

La buena mujer se le acerca con fe, para pedirle la curación de su hija, que está poseída por el demonio. Jesús pone a prueba esta fe, con palabras que a nosotros nos pueden parecer duras (los judíos serían los hijos, mientras que los paganos son comparados a los perritos), pero que a la mujer no parecen desanimarla. A Jesús le gusta su respuesta sobre los perritos que también comen las migajas de la casa y le concede lo que pide. Lo que puede la súplica de una madre. La de esta mujer la podemos considerar un modelo de oración humilde y confiada.

A los contemporáneos de Jesús el episodio les muestra claramente que la salvación mesiánica no es exclusiva del pueblo judío, sino que también los extranjeros pueden ser admitidos a ella, si tienen fe. No es la raza lo que cuenta, sino la disposición de cada persona ante la salvación que Dios ofrece.

Lo que Jesús dice de que primero son los hijos de la casa es razonable: la promesa mesiánica es ante todo para el pueblo de Israel. También Pablo, cuando iba de ciudad en ciudad, primero acudía a la sinagoga a anunciar la buena nueva a los judíos. Sólo después pasaba a los paganos.

Para nosotros también es una lección de universalismo. No tenemos monopolio de Dios, ni de la gracia, ni de la salvación. También los que nos parecen alejados o marginados pueden tener fe y recibir el don de Dios. Esto nos tendría que poner sobre aviso: tenemos que saber acoger a los extraños, a los que no piensan como nosotros, a los que no pertenecen a nuestro círculo.

Igual que la primera comunidad apostólica tuvieron sus dudas sobre la apertura a los paganos, a pesar de estos ejemplos diáfanos por parte de Jesús, también nosotros a veces tenemos la mente o el corazón pequeños, y nos encerramos en nuestros puntos de vista, cuando no en nuestros privilegios y tradiciones, para negar a otros el pan y la sal, para no reconocer que también otros pueden tener una parte de razón y sabiduría.

Deberíamos corregir nuestra pequeñez de corazón en el ámbito familiar (por ejemplo en las relaciones de los jóvenes con los mayores), en el trato social (los de otra cultura y lengua), en el terreno religioso (sin discriminaciones de ningún tipo).

Para tu meditación (¿Qué me dice a mí el texto?): Estas preguntas te pueden ayudar ahora a  interiorizar la Palabra. Es hacer una revisión de tu vida a la luz de lo que leíste, con ayuda de la ideas o sin ellas.

¿Mi oración es sencilla como la de mujer sirofenicia? Ante mis dificultades y problemas, ¿confío en el Señor? ¿Acudo a Él con la confianza y la humildad que hoy me muestra en su Palabra? ¿Ruego al Señor pidiendo por los demás, especialmente por mi familia, como la hacía la mujer?

Para tu oración (¿Qué me hace decirle al Señor el texto?): Después que le ocupamos unos minutos a la meditación e interiorización de la Palabra, ahora es hora de invocar, suplicar y agradecer al Señor por su Palabra. La idea en este momento es que, usando las cosas que Jesús te haya inspirado o te haya hecho pensar, formules una oración espontánea y libre. En ella puedes pedir o suplicar, puedes dar gracias, puedes solicitar perdón al Señor o simplemente alabarle.

Te puede servir esta oración o cualquier otra que nazca de tu corazón: “Señor, enséñame a ser católico (universal).  A estar abierto a las necesidades de mis hermanos y no cerrarme a particularismos que me impiden ser como tú. Jesús, humildemente, reconociendo mis miserias, mis limitaciones, te suplico por……. (coloca tus intenciones). Escucha atentamente mis oraciones, pues confío plenamente en ti, Señor. Perdóname, por la veces que he sido egoísta y excluyente. Te doy gracias, Jesús, por tu Palabra de hoy y por las gracias que me has inspirado” Amén.

Finalmente, contempla la escena…Imagínate siendo la mujer sirofenicia, suplicando por tus necesidades. Haz un propósito a la luz de esta Palabra. Quizá la ser más misionero, como Jesús y la estar abierto a las necesidades de los demás en esta semana.

Próximamente, en los comentarios a esta entrada del blog, agregaré alguna otra idea que me surja a mí o cualquiera de mis hermanos de la comunidad parroquial con quienes practicaré esta Lectura Orante.

3 comentarios:

  1. Ya realizamos la “lectio divina” en la comunidad parroquial. Salieron a relucir cosas interesantes.

    En primer lugar, con respecto a la frase del Señor, que pareciera dura e inclemente. Sin embargo, la frase metafórica del Maestro quiere decir que ha sido enviado primero a los hijos de Israel y que no debe preferir a los paganos. A propósito de esto se ha observado a menudo que los judíos se consideraban hijos de Dios y que en ocasiones designaban despectivamente a los paganos como «perros», un insulto fuerte en Oriente. Con tal insulto, sin embargo, se pensaba en los perros vagabundos y callejeros, mientras que Jesús habla de los perrillos, es decir, perros que viven en la casa, y así lo entiende la mujer.

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  2. En segundo lugar, el tema de la universalidad y apertura de Jesús, incluso con quienes no comparten su misma fe. Mis hermnaos de comunidad aplicaron esto a su vida y entendieron que debían estar abiertos a los "hermanos separados". Sin embargo, se acotó que era importante no exponerse a perder la propia fe. Se recordó el pasaje de 2 Jn 1:7-11
    “En este mundo se han presentado muchos seductores, que no reconocen a Jesús como el Mesías venido en la carne. En eso mismo se reconoce al impostor y al anticristo. Tengan cuidado, para que no pierdan el fruto de sus trabajos, sino que reciban el pleno salario. El que se aventura y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; el que permanece en la doctrina, ése posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a ustedes y no trae esta doctrina, no lo reciban en sus casas ni le saluden;" pues el que le saluda se hace cómplice de sus malas obras.”

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  3. Está muy buena la metodología... Puede llevarnos a ver cosas que, pasamos desapercibidas, con total claridad... Increible como Dios puede hacer de nuestra migajas, desperdicios o sobras una Gran Maravilla si realmente tenemos fe. un abrazo!

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