lunes, 31 de octubre de 2016

Marcos 4, 35-41


Señor, despierta nuestra fe en Ti y en tu Palabra. Ven en nuestra ayuda y libéranos de la tentación de la desesperanza ante las calamidades de la vida.

Marcos 4, 35-41

35 Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla del lago.» 36 Despidieron a la gente y lo llevaron en la barca en que estaba. También lo acompañaban otras barcas. 37 De pronto se levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. 38 Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín.
38 Lo despertaron diciendo: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?» 39 El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: «Cállate, cálmate.» El viento se apaciguó y siguió una gran calma. 40 Después les dijo: «¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?»
41 Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: «¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?»
Palabra del Señor, Gloria a Ti, Señor, Jesús

--------------------------

a) Después de las parábolas, empieza aquí una serie de cuatro milagros de Jesús, para demostrar que de veras el Reino de Dios ya ha llegado en medio de nosotros y está actuando.

El primero es el de la tempestad calmada, que pone de manifiesto el poder de Jesús incluso sobre la naturaleza cósmica, ante el asombro de todos. Es un relato muy vivo: las aguas encrespadas, el susto pintado en el rostro de los discípulos, la serenidad en el de Jesús. El único tranquilamente dormido, en medio de la borrasca, es Jesús. Lo que es señal de una buena salud y también de lo cansado que quedaba tras las densas jornadas de trabajo predicando y atendiendo a la gente.

El diálogo es interesante: los discípulos que riñen a Jesús por su poco interés, y la lección que les da él: «¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?».

b) Una tempestad es un buen símbolo de otras muchas crisis humanas, personales y sociales. El mar es sinónimo, en la Biblia, del peligro y del lugar del maligno. También nosotros experimentamos en nuestra vida borrascas pequeñas o no tan pequeñas. Tanto en la vida personal como en la comunitaria y eclesial, a veces nos toca remar contra fuertes corrientes y todo da la impresión de que la barca se va a hundir. Mientras Dios parece que duerme.

El aviso va también para nosotros, por nuestra poca fe y nuestra cobardía. No acabamos de fiarnos de que Cristo Jesús esté presente en nuestra vida todos los días, como nos prometió, hasta el fin del mundo. No acabamos de creer que su Espíritu sea el animador de la Iglesia y de la historia.

A los cristianos no se nos ha prometido una travesía apacible del mar de esta vida. Nuestra historia, como la de los demás, es muchas veces una historia de tempestades.

Cuando Marcos escribe su evangelio, la comunidad cristiana sabe mucho de persecuciones y de fatigas. A veces son dudas, otras miedo, o dificultades de fuera, crisis y tempestades que nos zarandean.

Pero a ese Jesús que parece dormir, sí le importa la suerte de la barca, sí le importa que cada uno de nosotros se hunda o no. No tendríamos que ceder a la tentación del miedo o del pesimismo. Cristo aparece como el vencedor del mal. Con él nos ha llegado la salvación de Dios. El pánico o el miedo no deberían tener cabida en nuestra vida. Como Pedro, en una situación similar, tendríamos que alargar nuestra mano asustada pero confiada hacia Cristo y decirle: «Sálvame, que me hundo».

------------------------------------------


Socorre nuestra fragilidad, Señor. Sostennos en las pruebas. Muchas veces te acusamos de estar lejos, de no ver ni oír nuestros lamentos; merecemos tus reproches mucho más que tus discípulos: «¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?». No eres tú el que duerme, Señor. Somos nosotros los que no conseguimos verte. Perdónanos y ten piedad de nuestra poca fe. Amén

domingo, 30 de octubre de 2016

Marcos 4, 26-34


Señor, abre nuestros oídos a la escucha de tu Palabra. Que tu Espíritu nos llene de la fuerza y el poder de tu Palabra creadora.

Marcos 4, 26-34

26 Jesús dijo además: «Escuchen esta comparación del Reino de Dios. Un hombre esparce la semilla en la tierra, 27 y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. 28 La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos. 29 Y cuando el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.»
30 Jesús les dijo también: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué comparación lo podríamos expresar? 31 Es semejante a una semilla de mostaza; al sembrarla, es la más pequeña de todas las semillas que se echan en la tierra, 32 pero una vez sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas del huerto y sus ramas se hacen tan grandes que los pájaros del cielo buscan refugio bajo su sombra.»
33 Jesús usaba muchas parábolas como éstas para anunciar la Palabra, adaptándose a la capacidad de la gente. 34 No les decía nada sin usar parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.

---------------------

a) Otras dos parábolas tomadas de la vida del campo y, de nuevo, con el protagonismo de la semilla, que es el Reino de Dios.

La primera es la de la semilla que crece sola, sin que el labrador sepa cómo. El Reino de Dios, su Palabra, tiene dentro una fuerza misteriosa, que a pesar de los obstáculos que pueda encontrar, logra germinar y dar fruto. Jesús quiere subrayar la fuerza intrínseca de la gracia y de la intervención de Dios. El protagonista de la parábola no es el labrador ni el terreno bueno o malo, sino la semilla.

La otra comparación es la de la mostaza, la más pequeña de las simientes, pero que llega a ser un arbusto notable. De nuevo, la desproporción entre los medios humanos y la fuerza de Dios.

b) El evangelio de hoy nos ayuda a entender cómo conduce Dios nuestra historia. Si olvidamos su protagonismo y la fuerza intrínseca que tienen su Evangelio, sus Sacramentos y su Gracia, nos pueden pasar dos cosas: si nos va bien, pensamos que es mérito nuestro, y si mal, nos hundimos.

No tendríamos que enorgullecernos nunca, como si el mundo se salvara por nuestras técnicas y esfuerzos. Dios a veces se dedica a darnos la lección de que los medios más pequeños producen frutos inesperados, no proporcionados ni a nuestra organización ni a nuestros métodos e instrumentos. La semilla no germina porque lo digan los sabios botánicos. Así, la fuerza de la Palabra de Dios viene del mismo Dios, no de nuestras técnicas.

Por otra parte, tampoco tendríamos que desanimarnos cuando no conseguimos a corto plazo los efectos que deseábamos. El protagonismo lo tiene Dios. Por malas que nos parezcan las circunstancias de la vida de la Iglesia o de la sociedad o de una comunidad, la semilla de Dios se abrirá paso y producirá su fruto. Aunque no sepamos cómo ni cuándo. La semilla tiene su ritmo. Hay que tener paciencia, como la tiene el labrador.

Cuando en nuestra vida hay una fuerza interior (el amor, la ilusión, el interés), la eficacia del trabajo crece notablemente. Pero cuando esa fuerza interior es el amor que Dios nos tiene, o su Espíritu, o la gracia salvadora de Cristo Resucitado, entonces el Reino germina y crece poderosamente.

Nosotros lo que debemos hacer es colaborar con nuestra libertad. Pero el protagonista es Dios. El Reino crece desde dentro, por la energía del Espíritu.

No es que seamos invitados a no hacer nada, pero si a trabajar con la mirada puesta en Dios, sin impaciencia, sin exigir frutos a corto plazo, sin absolutizar nuestros méritos y sin demasiado miedo al fracaso. Cristo nos dijo: «Sin mí no podrán hacer nada». Sí, tenemos que trabajar. Pero nuestro trabajo no es lo principal.
________________________


Haznos pacientes, Señor, confiados en tu Palabra. Sólo tú sabes el momento en el que tu Palabra mostrará su poder. Haznos respetuosos con los tiempos de maduración y con nuestros hermanos. Amén

jueves, 27 de octubre de 2016

Marcos 4, 21-25


Espíritu de Dios, concédeme tu sabiduría para que la Palabra de Dios que escucharé y meditaré hoy, se convierta en vida y en luz para los demás

Marcos 4, 21-25

21 Jesús les dijo también: «Cuando llega la luz, ¿debemos ponerla bajo un macetero o debajo de la cama? ¿No la pondremos más bien sobre el candelero? 22 No hay cosa secreta que no deba ser descubierta; y si algo ha sido ocultado, será sacado a la luz. 23 El que tenga oídos para escuchar, que escuche.»
24 Les dijo también: «Presten atención a lo que escuchan. La medida con que ustedes midan, se usará para medir lo que reciban, y se les dará mucho más todavía. 25 Sépanlo bien: al que produce se le dará más, y al que no produce se le quitará incluso lo que tiene.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús

---------------------------

a) Otras dos parábolas o comparaciones de Jesús nos ayudan a entender cómo es el Reino que él quiere instaurar.

La del candelero, que está pensado para que ilumine, no para que quede escondido. Es él, Cristo Jesús, y su Reino, lo primero que no quedará oculto, sino aparecerá como manifestación de Dios. El que dijo «yo soy la Luz».

La de la medida: la misma medida que utilicemos será usada para nosotros y con creces.

Los que acojan en sí mismos la semilla de la Palabra se verán llenos, generosamente llenos, de los dones de Dios. Sobre todo al final de los tiempos experimentarán cómo Dios recompensa con el ciento por uno lo que hayan hecho.

b) Esto tiene también aplicación a lo que se espera de nosotros, los seguidores de Cristo. Si él es la Luz y su Reino debe aparecer en el candelero para que todos puedan verlo, también a nosotros nos dijo: «ustedes son la luz del mundo» y quiso que ilumináramos a los demás, comunicándoles su luz.

Creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicar con nuestras palabras y nuestras obras esa misma luz a una humanidad que anda siempre a oscuras. Pero ¿somos en verdad luz? ¿Iluminamos, comunicamos fe y esperanza a los que nos están cerca? ¿Somos signos y sacramentos del Reino en nuestra familia o comunidad o sociedad? ¿O somos opacos, «malos conductores» de la luz y de la alegría de Cristo?

En la celebración del Bautismo, y luego en su anual renovación en la Vigilia Pascual, la vela de cada uno, encendida del Cirio Pascual, es un hermoso símbolo de la luz que es Cristo, que se nos comunica a nosotros y que se espera que luego se difunda a través nuestro a los demás. No podemos esconderla. Tenemos que dar la cara y testimoniar nuestra fe en Cristo.

-----------------------------

Señor, danos ánimo para que no seamos tímidos anunciadores de tu Palabra, para que nuestras preocupaciones no hagan sombra a la luz, para que nuestra pereza no nos lleve a mantener escondido el anuncio de salvación que nos has confiado. Amén



miércoles, 26 de octubre de 2016

Marcos 4,1-20


Señor, queremos que la semilla de tu Palabra que hoy sembrarás en nuestras vidas dé frutos abundantes en nosotros y para el mundo
----------------------------
Marcos 4,1-20

1 Otra vez Jesús se puso a enseñar a orillas del lago. Se le reunió tanta gente junto a él que tuvo que subir a una barca y sentarse en ella a alguna distancia, mientras toda la gente estaba en la orilla. 2 Jesús les enseñó muchas cosas por medio de ejemplos o parábolas. Les enseñaba en esta forma:
3 «Escuchen esto: El sembrador salió a sembrar. 4 Al ir sembrando, una parte de la semilla cayó a lo largo del camino, vinieron los pájaros y se la comieron. 5 Otra parte cayó entre piedras, donde había poca tierra, y las semillas brotaron en seguida por no estar muy honda la tierra. 6 Pero cuando salió el sol, las quemó y, como no tenían raíces, se secaron. 7 Otras semillas cayeron entre espinos: los espinos crecieron y las sofocaron, de manera que no dieron fruto. 8 Otras semillas cayeron en tierra buena: brotaron, crecieron y produjeron unas treinta, otras sesenta y otras cien. 9 Y Jesús agregó: El que tenga oídos para oír, que escuche.»
10 Cuando toda la gente se retiró, los que lo seguían se acercaron con los Doce y le preguntaron qué significaban aquellas parábolas.
11 El les contestó: «A ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera no les llegan más que parábolas. 12 Y se verifican estas palabras: Por mucho que miran, no ven; por más que oyen, no entienden; de otro modo se convertirían y recibirían el perdón.»
13 Jesús les dijo: «¿No entienden esta parábola? Entonces, ¿cómo comprenderán las demás?
14 Lo que el sembrador siembra es la Palabra de Dios. 15 Los que están a lo largo del camino cuando se siembra, son aquellos que escuchan la Palabra, pero en cuanto la reciben, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos.
16 Otros reciben la palabra como un terreno lleno de piedras. Apenas reciben la palabra, la aceptan con alegría; 17 pero no se arraiga en ellos y no duran más que una temporada; en cuanto sobreviene alguna prueba o persecución por causa de la Palabra, al momento caen.
18 Otros la reciben como entre espinos; éstos han escuchado la Palabra, 19 pero luego sobrevienen las preocupaciones de esta vida, las promesas engañosas de la riqueza y las demás pasiones, y juntas ahogan la Palabra, que no da fruto.
20 Para otros se ha sembrado en tierra buena. Estos han escuchado la palabra, le han dado acogida y dan fruto: unos el treinta por uno, otros el sesenta y otros el ciento.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús

----------------

a) En el evangelio de Marcos empieza otra sección, el capitulo 4, con cinco parábolas que describen algunas de las características del Reino que Jesús predica.

La primera es la del sembrador, que el mismo Jesús luego explica a los discípulos: por tanto, él mismo hace la homilía aplicándola a la situación de sus oyentes.

Se podría mirar esta página desde el punto de vista de los que ponen dificultades a la Palabra: el pueblo superficial, los adversarios ciegos, los demasiado preocupados de las cosas materiales. Pero también se puede mirar desde el lado positivo: a pesar de todas las dificultades, la Palabra de Dios, su Reino, logra dar fruto, y a veces abundante. Al final de los tiempos y también ahora; en nuestra historia.

b) Podemos aplicarnos la parábola en ambos sentidos.

Ante todo, preguntémonos qué tanto por ciento de fruto produce en nosotros la gracia que Dios nos comunica, la semilla de su Reino y en concreto la Palabra de Dios escuchada o leída: ¿un 30%, un 60%, un 100%?

¿Qué es lo que impide a la Palabra de Dios producir todo su fruto en nosotros: las preocupaciones, la superficialidad, las tentaciones del ambiente? ¿qué clase de campo somos para esa semilla que, por parte de Dios, es siempre eficaz y llena de fuerza? A veces la culpa puede ser de fuera, con piedras y espinas. A veces, de nosotros mismos, porque somos mala tierra y no abrimos del todo nuestro corazón a la Palabra que Dios nos dirige, a la semilla que él siembra lleno de ilusión en nuestro campo.

También podemos meditar la otra lección: Jesús nos asegura que la semilla sí dará fruto. Que a pesar de que este mundo nos parece terreno estéril, Dios ha dado fuerza a su Palabra y germinará, contra toda apariencia. No tenemos que perder la esperanza y la confianza en Dios. Es él quien, en definitiva, hace fructificar el Reino. No nosotros. Nosotros somos invitados a colaborar con él. Pero el que da el incremento y el que salva es Dios.

-------------------------


Haz Señor, que seamos tierra fértil de tu Palabra que has sembrado hoy y has sembrado siempre en nuestros corazones. Quiero ser tierra que produzca 100%. Amén 

martes, 25 de octubre de 2016

Marcos 3,31-35


Señor, haznos capaces de abrirnos con alegría a la escucha de tu Palabra y de reservar en nosotros el sitio de honor al Evangelio, para constituirnos en tu familia, a ejemplo de tu Madre María.

Marcos 3, 31-35

31 Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo mandaron a llamar. 32 Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le transmitieron este recado: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y preguntan por ti.» 33 Él les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
34 Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. 35 Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús

---------------------------

a) Acaba el capítulo tercero de Marcos con este breve episodio que tiene como protagonistas, esta vez en un contexto diferente del anterior, a sus familiares. Los «hermanos» en el lenguaje hebreo son también los primos y tíos y demás familiares. Esta vez sí se dice que estaba su madre.

Las palabras de Jesús, que parecen como una respuesta a las dificultades de sus familiares que leíamos anteayer, nos suenan algo duras. Pero ciertamente no desautorizan a su madre ni a sus parientes. Lo que hace es aprovechar la ocasión para decir cuál es su visión de la nueva comunidad que se está reuniendo en torno a él. La nueva familia no va a tener como valores determinantes ni los lazos de sangre ni los de la raza. No serán tanto los descendientes raciales de Abraham, sino los que imitan su fe: «El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».

b) Nosotros, como personas que creemos y seguimos a Cristo, pertenecemos a su familia. Esto nos llena de alegría. Por eso podemos decir con confianza la oración que Jesús nos enseñó: «Padre nuestro». Somos hijos y somos hermanos. Hemos entrado en la comunidad nueva del Reino.

En ella nos alegramos también de que esté la Virgen María, la Madre de Jesús. Si de alguien se puede decir que «ha cumplido la voluntad de Dios» es de ella, la que respondió al ángel enviado de Dios: «Hágase en mi según tu Palabra». Ella es la mujer creyente, la totalmente disponible ante Dios.

Incluso antes que su maternidad física, tuvo María de Nazaret este otro parentesco que aquí anuncia Cristo, el de la fe. Como decían los Santos Padres, ella acogió antes al Hijo de Dios en su mente por medio de la fe que en su seno por su maternidad.

Por eso es María para nosotros buena maestra, porque fue la mejor discípula en la escuela de Jesús. Y nos señala el camino de la vida cristiana: escuchar la Palabra, meditarla en el corazón y llevarla a la práctica.

-----------------------


Señor, Tú nos has convertido en tu familia: Concédenos un corazón acogedor y una mente limpia de prejuicios, a fin de que seamos capaces de reconocer tu presencia y tu voz incluso fuera del círculo de los «nuestros». Ayúdanos a reconocer como hermanas y hermanos a todos los que cumplen la voluntad de Dios. Amén. 

lunes, 24 de octubre de 2016

Marcos 3, 20-30


Espíritu Santo, ilumina nuestra oración y reflexión. Sé nuestro escudo contra el mal y guía nuestros pasos.

Marcos 3, 20-30

20 Vuelto a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. 21 Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.» 22 Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.»

23 Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos: 24 «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. 25 Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir. 26 De igual modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto llegará su fin. 27 La verdad es que nadie puede entrar en la casa del Fuerte y arrebatarle sus cosas si no lo amarra primero; entonces podrá saquear su casa.

28 En verdad les digo: se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. 29 En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.» 30 Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús

--------------------

a) Si sus familiares decían que «se ha vuelto loco», peor es la acusación de los letrados que vienen desde Jerusalén: «Está poseído por Belcebú, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios».

¡Qué absurda esta acusación! Jesús desmonta el señalamiento con un argumento irrefutable. ¿Cómo puede nadie luchar contra sí mismo? ¿Cómo puede ser uno endemoniado y a la vez exorcista, expulsador de demonios?

Lo que está en juego es la lucha entre el espíritu del mal y el del bien. La victoria de Jesús, arrojando al demonio de los posesos, debe ser interpretada como la señal de que ya ha llegado el que va a triunfar del mal, el Mesías, el que es más fuerte que el malo. Pero sus enemigos no están dispuestos a reconocerlo. Por eso merecen el durísimo ataque de Jesús: lo que hacen es una blasfemia contra el Espíritu. No se les puede perdonar. Pecar contra el Espíritu significa negar lo que es evidente, negar la luz, taparse los ojos para no ver. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Por eso, mientras les dure esta actitud obstinada y esta ceguera voluntaria, ellos mismos se excluyen del perdón y del Reino.

b) Nosotros no somos ciertamente de los que niegan a Jesús, o le tildan de loco o de fanático o de aliado del demonio. Al contrario, no sólo creemos en él, sino que le seguimos y vamos meditando su Palabra iluminadora. Nosotros sí sabemos que ha llegado el Reino y que Jesús es el más fuerte y nos ayuda en nuestra lucha contra el mal.

Pero también podríamos preguntarnos si alguna vez nos obstinamos en no ver todo lo que tendríamos que ver, en el evangelio o en los signos de los tiempos que vivimos. No será por maldad o por ceguera voluntaria, pero sí puede ser por pereza o por un deseo casi instintivo de no comprometernos demasiado si llegamos a ver todo lo que Cristo nos está diciendo y pidiendo.

Tampoco estaría mal que nos examináramos un momento para preguntarnos si nos parecemos algo a esos letrados del evangelio: ¿no tenemos una cierta tendencia a juzgar drásticamente a los que no piensan como nosotros, en la vida de familia, o en la comunidad, o en la Iglesia? No llegaremos a creer que están fuera de sus cabales o poseídos por el demonio, pero sí es posible que les cataloguemos como pobres personas, sin querer apreciar ningún valor en ellos, aunque lo tengan.

Otra reflexión de este evangelio. Somos invitados a luchar contra el mal. En esta lucha a veces vence el Malo. Pero El Más Fuerte ya ha venido, es Cristo Jesús. A nosotros, sus seguidores, se nos invita a no quedarnos indiferentes y perezosos, sino a resistir y trabajar contra todo mal que hay en nosotros y en el mundo.
-----------------------------


Señor, haznos sencillos y humildes, para que seamos capaces de reconocer tu obra y para no juzgar a nadie. Danos la fuerza para luchar contra el mal. Amén.

Marcos 3,13-19


Señor, dispon nuestros oídos a la escucha atenta y efectivamente de tu Palabra. Queremos escuchar tu voz y seguirte más de cerca


Marcos 3,13-19

13 Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. 14 Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, 15 dándoles poder para echar demonios.
16 Estos son los Doce: Simón, a quien puso por nombre Pedro; 17 Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, el hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo 19 y Judas Iscariote, el que después lo traicionó.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

-----------------------------

a) Marcos nos cuenta la elección de los doce apóstoles.

Por una parte está la multitud que oye con gusto la predicación de Jesús y se aprovecha de sus milagros. Por otra, los discípulos, que creen en él y le van reconociendo como el Mesías esperado. Ahora, finalmente, él elige a doce, que a partir de ahora le seguirán y estarán con él en todas partes.

Apóstol, en griego, significa «enviado». Estos doce van a convivir con él y los enviará luego a predicar la Buena Noticia, con poder para expulsar demonios, como ha hecho él. O sea, van a compartir su misión mesiánica y serán la base de la comunidad eclesial para todos los siglos.

El número de doce no es casual: es evidente su simbolismo, que apunta a las doce tribus de Israel. La Iglesia va a ser desde ahora el nuevo Israel, unificado en torno a Cristo Jesús.

b) «Llamó a los que quiso». Es una elección gratuita. También a nosotros nos ha elegido gratuitamente para la fe cristiana o para la vocación religiosa o para el ministerio sacerdotal.

En línea con esa lista de los doce, estamos también nosotros. No somos sucesores de los Apóstoles -como los obispos- pero sí miembros de una comunidad que forma la Iglesia «apostólica».

No nos elige por nuestros méritos, porque somos los más santos ni los más sabios o porque estamos llenos de cualidades humanas.

Probablemente también entre nosotros hay personas débiles, como en aquellos primeros doce: uno resultó traidor, otros le abandonaron en el momento de crisis, y el que él puso como jefe le negó cobardemente. Nosotros seguro que también tenemos momentos de debilidad, de cobardía o hasta de traición. Pero siempre deberíamos confiar en su perdón y renovar nuestra entrega y nuestro seguimiento, aprovechando todos los medios que él nos da para ir madurando en nuestra fe y en nuestra vida cristiana.

------------------------

Señor Jesús, gracias por haberme llamado a ser tu discípulo. Haz que sea fiel seguidor tuyo y no permites que me aleje de ti. Amén.

sábado, 15 de octubre de 2016

Marcos 3,7-12


Espíritu Santo de Dios, otórgame el don de la fortaleza, para continuar escuchando tu Palabra que salva

Marcos 3,7-12
7 Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las tierras de Tiro y de Sidón, muchísima gente venía a verlo con sólo oír todo lo que hacía.
9 Jesús mandó a sus discípulos que tuvieran lista una barca, para que toda aquella gente no lo atropellase. 10 Pues al verlo sanar a tantos, todas las personas que sufrían de algún mal se le echaban encima para tocarlo. 11 Incluso los espíritus impuros, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.» 12 Pero él no quería que lo dieran a conocer, y los hacía callar. Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.

-------------------------

a) Después de las cinco escenas conflictivas con los fariseos, el pasaje de hoy es una página más pacífica, un resumen de lo que hasta aquí había realizado Jesús en Galilea.

Por una parte su actuación ha estado llena de éxitos, porque Jesús ha curado a los enfermos, liberado del maligno a los posesos, y además predica como ninguno: aparece como el profeta y el liberador del mal y del dolor. Nada extraño lo que leemos hoy: «Todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo».

Pero a la vez se ve rodeado de rencillas y controversias por parte de sus enemigos, los fariseos y los letrados, que más tarde acabarán con él. De momento Jesús quiere -aunque no lo consigue- que los favorecidos por sus curaciones no las propalen demasiado, para evitar malas interpretaciones de su identidad mesiánica.

b) Jesús, ahora el Señor Resucitado, sigue estándonos cerca, aunque no le veamos. Nos quiere curar y liberar y evangelizar a nosotros. Lo hace de muchas maneras y de un modo particular por medio de los sacramentos de la Iglesia.

En la Eucaristía es él quien sigue hablándonos, comunicándonos su Buena Noticia, siempre viva y nueva, que ilumina nuestro camino. Se nos da él mismo como alimento para nuestra lucha contra el mal. Es maestro y médico y alimento para cada uno de nosotros.

¿Cuál es nuestra reacción personal: la de la gente interesada, la de los curiosos espectadores, o la de los que se asustan de su figura y pretenden hacerle callar porque resulta incómodo su mensaje? Además, ¿intentamos ayudar a otros a que sepan quién es Jesús y lo acepten en sus vidas?

-------------------------


Señor, tú que eres la Palabra de Verdad y la salvación, haz que te busquemos con sincero corazón. No por interés egoísta, sino para aprender de ti, escucharte y así poder ayudar los demás. Amén. 

Marcos 3,1-6


Espíritu de Dios, concédenos en este momento que nos disponemos a escuchar tus inspiraciones a través de la Palabra inspirada, el don de la ciencia, para que descubramos en las leyes y en las cosas, tu verdad y tu bondad.

Marcos 3,1-6

1 Otro día entró Jesús en la sinagoga y se encontró con un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Pero algunos estaban observando para ver si lo sanaba Jesús en día sábado. Con esto tendrían motivo para acusarlo.
3 Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: «Ponte de pie y colócate aquí en medio.» 4 Después les preguntó: «¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar?» Pero ellos se quedaron callados.
5 Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: «Extiende la mano.» El paralítico la extendió y su mano quedó sana. 6 En cuanto a los fariseos, apenas salieron, fueron a juntarse con los partidarios de Herodes, buscando con ellos la forma de eliminar a Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.
-------------------------

a) De nuevo Jesús quiere manifestar su idea de que la ley del sábado está al servicio del hombre y no al revés. Delante de sus enemigos que espían todas sus actuaciones, cura al hombre del brazo paralítico. Lo hace provocativamente en la sinagoga y en sábado.

Pero antes pone a prueba a los presentes: ¿se puede curar a un hombre en sábado? Y ante el silencio de todos, dice Marcos que Jesús les dirigió «una mirada de enojo», «triste por su ceguera».

Algunos, al encontrarse con frases de este tipo en el evangelio, tienden a hablar de la «santa ira» de Jesús. Pero aquí no aparece lo de «santa». Sencillamente, Jesús se enfada, se indigna y se pone triste. Porque estas personas, encerradas en su interpretación estricta y exagerada de una ley, son capaces de quedarse de brazos cruzados y no ayudar al que lo necesita, con la excusa de que es sábado. ¿Cómo puede querer eso Dios?

Al verse puestos en evidencia, los fariseos «se pusieran a planear el modo de acabar con él».

b) ¿Es la ley el valor supremo? ¿O lo es el bien del hombre y la gloria de Dios? En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren.

La ley, sí, el legalismo, no. La ley es un valor y una necesidad. Pero detrás de cada ley hay una intención que debe respirar amor y respeto al hombre concreto. La ley suprema de la Iglesia de Cristo son las personas, la salvación de las personas.
-------------------------


Te alabo, Señor, porque me invitas continuamente a crecer, a dar un paso adelante y, a continuación, otro más. Te alabo porque me liberas de todo miedo que me bloquee, de todo sentido de inferioridad que me paralice: cuando acojo tu Palabra dispuesto a darle cuerpo en mi vida, sin reservas, me doy cuenta de que sales victorioso en mí. Te alabo porque también en mí y a través de mí continúas obrando tus maravillas de amor, de bien, de vida, y llevas la liberación a otros hermanos.

Marcos 2,23-28


Ven Espíritu de Dios en este momento que de lectura de tu Palabra. Danos el don del entendimiento para descubrir la riqueza de tu Palabra y lo maravilloso de tu mensaje liberador.

Marcos 2, 23-28

23 Un sábado Jesús pasaba por unos sembrados con sus discípulos. Mientras caminaban, los discípulos empezaron a desgranar espigas en sus manos. 24 Los fariseos dijeron a Jesús: «Mira lo que están haciendo; esto está prohibido en día sábado.»
25 El les dijo: «¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando sintió necesidad y hambre, y también su gente? 26 Entró en la Casa de Dios, siendo sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes; y les dio también a los que estaban con él.» 27 Y Jesús concluyó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28 Sepan, pues, que el Hijo del Hombre también es dueño del sábado.» Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.
-------------------------

a) Ayer el motivo del altercado fue el ayuno. Hoy, una institución intocable del pueblo de Israel: el sábado.

El recoger espigas era una de formas de violar el sábado. ¿Es lógico criticar que en sábado se tomen unas espigas y se coman? Jesús aplica un principio fundamental para todas las leyes: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado».

Trae como argumento la escena en que David come y da de comer a sus soldados hambrientos los «panes presentados», de alguna manera sagrados. El hombre está siempre en el centro de la doctrina de Jesús.

Además Jesús lanza valientemente una de aquellas afirmaciones suyas que tan nerviosos ponían a sus enemigos: «El Hijo del Hombre es señor también del sábado». No es que Jesús haya venido a abolir la ley, pero si darle pleno sentido.

b) También nosotros podemos caer en unas interpretaciones exageradas de lo que está mandado.

La ley es buena y necesaria. La ley es, en realidad, el camino para llevar a la práctica el amor. Pero por eso mismo no debe ser absolutizada. El sábado -para nosotros el domingo- está  pensado para el bien del hombre. Es un día en que nos encontramos con Dios, con la comunidad, con la naturaleza y con nosotros mismos. El descanso es un gesto profético que nos hace bien a todos, para huir de la esclavitud del trabajo o de la carrera consumista. El día del Señor también es día del hombre, con la Eucaristía como momento privilegiado.

Pero tampoco nosotros debemos absolutizar el «cumplimiento» del domingo hasta perder de vista su espíritu y su intención humana y cristiana. Debemos ver en el domingo sus «valores» más que el «precepto», aunque también éste exista y siga vigente. Las cosas no son importantes porque están mandadas. Están mandadas porque representan valores importantes para la persona y la comunidad.

-------------------------


Señor, Jesús, que sepamos valorar tu Palabra y tus mandatos. Que no pongamos como un absoluto nuestras ideas y teorías. El único que es Absoluto eres tú mismo Danos siempre hambre y sed de ti. Amén. 

Marcos 2,18-22


Espíritu Santo, ven en este momento a nuestro corazón e infúndenos el don de la sabiduría para comprender el mensaje que me tienes reservado con tu Palabra.

Marcos 2, 18-22

18 Un día estaban ayunando los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos. Algunas personas vinieron a preguntar a Jesús: «Los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan; ¿por qué no lo hacen los tuyos?» 19 Jesús les contestó: «¿Quieren ustedes que los compañeros del novio ayunen mientras el novio está con ellos? Mientras tengan al novio con ellos, claro que no pueden ayunar. 20 Pero llegará el momento en que se les arrebatará el novio, y entonces ayunarán.
21 Nadie remienda un vestido viejo con un pedazo de género nuevo, porque la tela nueva encoge, tira de la tela vieja, y se hace más grande la rotura. 22 Y nadie echa vino nuevo en envases de cuero viejos, porque el vino haría reventar los envases y se echarían a perder el vino y los envases. ¡A vino nuevo, envases nuevos!»  Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.
-------------------------

a) Nos encontramos con un tercer motivo de enfrentamiento de Jesús con los fariseos: después del perdón de los pecados y la elección de un publicano, ahora murmuran porque los discípulos de Jesús no ayunan. Los argumentos suelen ser más bien flojos. Pero muestran la oposición creciente de sus enemigos.

Los judíos ayunaban dos veces por semana -los lunes y jueves- dando a esta práctica un tono de espera mesiánica. También el ayuno del Bautista y sus discípulos apuntaba a la preparación de la venida del Mestas. Ahora que ha llegado ya, Jesús les dice que no tiene sentido dar tanta importancia al ayuno.

Con unas comparaciones muy sencillas y profundas se retrata a sí mismo:
- él es el Novio y por tanto, mientras esté el Novio, los discípulos están de fiesta; ya vendrá el tiempo de su ausencia, y entonces ayunarán;
- él es la novedad: el paño viejo ya no sirve; los odres viejos estropean el vino nuevo.

El vino nuevo es el evangelio de Jesús. Los odres viejos, las instituciones judías y sobre todo la mentalidad de algunos. La tradición -lo que se ha hecho siempre- es más cómoda. Pero los tiempos mesiánicos exigen la incomodidad del cambio y la novedad. Los odres nuevos son la mentalidad nueva, el corazón nuevo. Lo que les costó a Pedro y los apóstoles aceptar el vino nuevo, hasta que lograron liberarse de su formación anterior y aceptar la mentalidad de Cristo, rompiendo con los esquemas humanos heredados.

b) El ayuno sigue teniendo sentido en nuestra vida de seguidores de Cristo.

Tanto humana como cristianamente nos hace bien a todos el saber renunciar a algo y darlo a los demás, saber controlar nuestras apetencias y deseos de cosas del mundo que no son precisamente las más necesarias. Por penitencia. Por terapia purificadora. Y porque estamos en el tiempo en que la Iglesia «no ve» a su Esposo: estamos en el tiempo de su ausencia visible, en la espera de su manifestación final.

Ahora bien, este ayuno no es un «absoluto» en nuestra fe. Lo primario es la fiesta, la alegría, la gracia y la comunión. También el amor supone muchas veces renuncia y ayuno. Pero este ayuno no debe disminuir el tono festivo, de alegría, de celebración nupcial de los cristianos con Cristo, el Novio.

El cristianismo es fiesta y comunión. Cristo quien se compara a sí mismo con el Novio que ama a su Esposa, la Iglesia. Y eso provoca alegría, no tristeza.
-------------------------


Señor, Jesús, que no me aferre yo a las cosas que creo importantes. Ayúdame a comprender que lo más necesario es el amor, a Ti y a los hermanos. Que amando, sepa renunciar a mis comodidades y egoísmos. Amén