lunes, 24 de octubre de 2016

Marcos 3,13-19


Señor, dispon nuestros oídos a la escucha atenta y efectivamente de tu Palabra. Queremos escuchar tu voz y seguirte más de cerca


Marcos 3,13-19

13 Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso, y se reunieron con él. 14 Así instituyó a los Doce (a los que llamó también apóstoles), para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, 15 dándoles poder para echar demonios.
16 Estos son los Doce: Simón, a quien puso por nombre Pedro; 17 Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges, es decir, hijos del trueno; 18 Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, el hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo 19 y Judas Iscariote, el que después lo traicionó.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús

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a) Marcos nos cuenta la elección de los doce apóstoles.

Por una parte está la multitud que oye con gusto la predicación de Jesús y se aprovecha de sus milagros. Por otra, los discípulos, que creen en él y le van reconociendo como el Mesías esperado. Ahora, finalmente, él elige a doce, que a partir de ahora le seguirán y estarán con él en todas partes.

Apóstol, en griego, significa «enviado». Estos doce van a convivir con él y los enviará luego a predicar la Buena Noticia, con poder para expulsar demonios, como ha hecho él. O sea, van a compartir su misión mesiánica y serán la base de la comunidad eclesial para todos los siglos.

El número de doce no es casual: es evidente su simbolismo, que apunta a las doce tribus de Israel. La Iglesia va a ser desde ahora el nuevo Israel, unificado en torno a Cristo Jesús.

b) «Llamó a los que quiso». Es una elección gratuita. También a nosotros nos ha elegido gratuitamente para la fe cristiana o para la vocación religiosa o para el ministerio sacerdotal.

En línea con esa lista de los doce, estamos también nosotros. No somos sucesores de los Apóstoles -como los obispos- pero sí miembros de una comunidad que forma la Iglesia «apostólica».

No nos elige por nuestros méritos, porque somos los más santos ni los más sabios o porque estamos llenos de cualidades humanas.

Probablemente también entre nosotros hay personas débiles, como en aquellos primeros doce: uno resultó traidor, otros le abandonaron en el momento de crisis, y el que él puso como jefe le negó cobardemente. Nosotros seguro que también tenemos momentos de debilidad, de cobardía o hasta de traición. Pero siempre deberíamos confiar en su perdón y renovar nuestra entrega y nuestro seguimiento, aprovechando todos los medios que él nos da para ir madurando en nuestra fe y en nuestra vida cristiana.

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Señor Jesús, gracias por haberme llamado a ser tu discípulo. Haz que sea fiel seguidor tuyo y no permites que me aleje de ti. Amén.

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