lunes, 18 de febrero de 2013

Seremos juzgados por el amor

"Cuando el Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, los que han sido bendecidos por mi Padre; reciban el reino que está preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; anduve como forastero, y me dieron alojamiento. Estuve sin ropa, y ustedes me la dieron; estuve enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a verme.” Entonces los justos preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre, y te dimos de comer? ¿O cuándo te vimos con sed, y te dimos de beber? ¿O cuándo te vimos como forastero, y te dimos alojamiento, o sin ropa, y te la dimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” El Rey les contestará: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mí mismo lo hicieron.” »Luego el Rey dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme.” Entonces ellos le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?” El Rey les contestará: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron.” Ésos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.» (San Mateo 25:31-46)

El Señor Jesús nos invita a revisar nuestra actitud hacia los demás. El juicio final y definitivo sobre nuestra vida consistirá esencialmente sobre la vivencia de la caridad para con los hermanos.

La caridad ha de ser efectiva y no sólo afectiva. Se ha de manifestar con obras concretas en favor del prójimo.

Le hemos dado quizá demasiada importancia en nuestras vidas a cosas que realmente no la tienen y lo que es peor, hemos juzgados a los demás con criterios distorsionados. La luz que el Señor nos deja en el Evangelio de hoy nos invita a corregir esta actitud.

Oración: Señor, ayúdame a crecer en la caridad sincera y efectiva con nuestros hermanos. Que mi caridad sea sin fingimiento y universal. Concédeme la gracia de no vivir indiferente a las necesidades de los demás.

Propósito: Haré con más frecuencia obras de misericordias, tanto espirituales como corporales. En especial, visitaré a los enfermos para consolarlos.

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