Ven Espíritu de Dios en este momento que de lectura de tu Palabra. Danos
el don del entendimiento para descubrir la riqueza de tu Palabra y lo
maravilloso de tu mensaje liberador.
Marcos 2, 23-28
23 Un sábado Jesús pasaba por unos sembrados con sus discípulos. Mientras
caminaban, los discípulos empezaron a desgranar espigas en sus manos. 24 Los fariseos dijeron
a Jesús: «Mira lo que están haciendo; esto está prohibido en día sábado.»
25 El les dijo: «¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando sintió
necesidad y hambre, y también su gente? 26 Entró en la Casa de Dios, siendo
sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer
los sacerdotes; y les dio también a los que estaban con él.» 27 Y Jesús concluyó: «El
sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. 28 Sepan, pues, que el
Hijo del Hombre también es dueño del sábado.» Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.
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a) Ayer el motivo del altercado fue el ayuno. Hoy,
una institución intocable del pueblo de Israel: el sábado.
El recoger espigas era una de formas de violar el
sábado. ¿Es lógico criticar que en sábado se tomen unas espigas y se coman?
Jesús aplica un principio fundamental para todas las leyes: «El sábado se hizo
para el hombre y no el hombre para el sábado».
Trae como argumento la escena en que David come y
da de comer a sus soldados hambrientos los «panes presentados», de alguna
manera sagrados. El hombre está siempre en el centro de la doctrina de Jesús.
Además Jesús lanza valientemente una de aquellas
afirmaciones suyas que tan nerviosos ponían a sus enemigos: «El Hijo del Hombre
es señor también del sábado». No es que Jesús haya venido a abolir la ley, pero
si darle pleno sentido.
b) También nosotros podemos caer en unas
interpretaciones exageradas de lo que está mandado.
La ley es buena y necesaria. La ley es, en
realidad, el camino para llevar a la práctica el amor. Pero por eso mismo no
debe ser absolutizada. El sábado -para nosotros el domingo- está pensado para el bien del hombre. Es un día en
que nos encontramos con Dios, con la comunidad, con la naturaleza y con
nosotros mismos. El descanso es un gesto profético que nos hace bien a todos, para
huir de la esclavitud del trabajo o de la carrera consumista. El día del Señor
también es día del hombre, con la Eucaristía como momento privilegiado.
Pero tampoco nosotros debemos absolutizar el
«cumplimiento» del domingo hasta perder de vista su espíritu y su intención
humana y cristiana. Debemos ver en el domingo sus «valores» más que el
«precepto», aunque también éste exista y siga vigente. Las cosas no son
importantes porque están mandadas. Están mandadas porque representan valores
importantes para la persona y la comunidad.
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Señor, Jesús, que sepamos valorar tu Palabra y tus mandatos. Que no
pongamos como un absoluto nuestras ideas y teorías. El único que es Absoluto
eres tú mismo Danos siempre hambre y sed de ti. Amén.
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