sábado, 15 de octubre de 2016

Marcos 3,7-12


Espíritu Santo de Dios, otórgame el don de la fortaleza, para continuar escuchando tu Palabra que salva

Marcos 3,7-12
7 Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, 8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las tierras de Tiro y de Sidón, muchísima gente venía a verlo con sólo oír todo lo que hacía.
9 Jesús mandó a sus discípulos que tuvieran lista una barca, para que toda aquella gente no lo atropellase. 10 Pues al verlo sanar a tantos, todas las personas que sufrían de algún mal se le echaban encima para tocarlo. 11 Incluso los espíritus impuros, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.» 12 Pero él no quería que lo dieran a conocer, y los hacía callar. Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor, Jesús.

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a) Después de las cinco escenas conflictivas con los fariseos, el pasaje de hoy es una página más pacífica, un resumen de lo que hasta aquí había realizado Jesús en Galilea.

Por una parte su actuación ha estado llena de éxitos, porque Jesús ha curado a los enfermos, liberado del maligno a los posesos, y además predica como ninguno: aparece como el profeta y el liberador del mal y del dolor. Nada extraño lo que leemos hoy: «Todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo».

Pero a la vez se ve rodeado de rencillas y controversias por parte de sus enemigos, los fariseos y los letrados, que más tarde acabarán con él. De momento Jesús quiere -aunque no lo consigue- que los favorecidos por sus curaciones no las propalen demasiado, para evitar malas interpretaciones de su identidad mesiánica.

b) Jesús, ahora el Señor Resucitado, sigue estándonos cerca, aunque no le veamos. Nos quiere curar y liberar y evangelizar a nosotros. Lo hace de muchas maneras y de un modo particular por medio de los sacramentos de la Iglesia.

En la Eucaristía es él quien sigue hablándonos, comunicándonos su Buena Noticia, siempre viva y nueva, que ilumina nuestro camino. Se nos da él mismo como alimento para nuestra lucha contra el mal. Es maestro y médico y alimento para cada uno de nosotros.

¿Cuál es nuestra reacción personal: la de la gente interesada, la de los curiosos espectadores, o la de los que se asustan de su figura y pretenden hacerle callar porque resulta incómodo su mensaje? Además, ¿intentamos ayudar a otros a que sepan quién es Jesús y lo acepten en sus vidas?

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Señor, tú que eres la Palabra de Verdad y la salvación, haz que te busquemos con sincero corazón. No por interés egoísta, sino para aprender de ti, escucharte y así poder ayudar los demás. Amén. 

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